domingo, 9 de julio de 2017

DOMINGO 14º DEL TIEMPO ORDINARIO



“Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré”

Estamos en días de vacaciones. La mayoría buscamos unos días de descanso para reparar nuestras fuerzas después del desgaste físico y la monotonía del trabajo.

Pero sería insuficiente hablar solo de la recuperación física, por eso nos viene bien meditar el texto que nos ofrece el evangelista Mateo este domingo. No se trata de una recomendación piadosa para el invierno o el verano, las lecturas de hoy tienen un calado mucho más profundo pues una vez más nos proponen el seguimiento de Cristo. El descanso, la oración y el silencio interior son importantes para renovarse y lograr la paz del espíritu pero sobre todo para llegar a ese encuentro que hoy, una vez más, nos ofrece Jesús en el evangelio.
               
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

El profeta nos anima: “¡Dios viene!”. Si Dios viene, nuestra vida se llena de sentido. Para percibir su presencia es necesario tener la humildad y la sensibilidad de los pequeños, que perciben a Dios allí donde él se manifiesta: en lo cotidiano y simple de la vida.

Lectura de la profecía de Zacarías 9, 9-10

Así habla el Señor: ¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna. Él suprimirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén; el arco de guerra será suprimido y proclamará la paz a las naciones. Su dominio se extenderá de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra.
Palabra de Dios.

Salmo 144, 1-2. 8-11. 13c-14

R. Bendeciré tu nombre eternamente.

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único rey, y bendeciré tu nombre eternamente; día tras día te bendeciré, y alabaré tu nombre sin cesar. R.

El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R.

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.

El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. R.

II LECTURA

En nosotros habita el Espíritu Santo, Espíritu de vida y amor. Ya hoy, como anticipo, el dinamismo de Dios nos sostiene en la existencia. Que el mismo Espíritu haga de nuestra vida alabanza y entrega de amor.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 8, 9. 11-13


Hermanos: Ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes. Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal. Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán.
Palabra de Dios.

ALELUYA        cf. Mt 11, 25

Aleluya. Bendito eres, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del reino a los pequeños. Aleluya.

EVANGELIO

Dios se revela, se da a conocer. No se hace el misterioso ni plantea doctrinas esotéricas y herméticas para unos pocos elegidos. Él se muestra tal cual es y nos dice lo que ama. Los pequeños son quienes reciben esta revelación con alegría y abren su vida al don de Dios. Por eso, Jesús se alegra, porque el Padre se comunica con los pequeños.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 11, 25-30

Jesús dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS

Las  tres lecturas de este domingo son  muy significativas pues  hacen referencia  a la acogida del mensaje de Jesús de Nazaret y al  compromiso con su proyecto  que el evangelista Mateo llama  el “Reino de los Cielos”.

Sirva de ejemplo, antes de pasar adelante, la primera  lectura de hoy.  Zacarías,  tres siglos antes del nacimiento de Jesús, invita a Jerusalén a  la alegría y al gozo desbordantes porque llega “un Rey”, un “líder” diríamos hoy, que viene justo  y victorioso, que “romperá  las armas de la  guerra y traerá la paz a los hombres”. Hasta aquí  todo parece muy bonito, pero se da la paradoja  de  que este personaje viene humildemente,  montado en un borrico, en un pollino de asna, y pasa desapercibido. Es un oráculo  que avisa de la presencia  del Señor Jesús que puede pasar desapercibida  porque esperamos algo más deslumbrante…    

Volviendo al evangelio, nos encontramos con una de sus  páginas  más bellas que nos ayuda a entender la persona de Jesús y a la identificación con su proyecto.

La escena es la siguiente, vemos a Jesús  con sus discípulos,  lleva un tiempo recorriendo los caminos de Galilea anunciando la Buena Noticia,  ha hecho algunos  milagros, pero  no todos han entendido su mensaje.   Sin embargo,  Jesús se siente  bien con sus discípulos enseñándoles pacientemente los misterios del Reino.  Como tantas veces  se dirige al Padre, en oración  confiada que comparte con ellos, diciendo:

Te doy gracias Padre, Señor del cielos y de la tierra, porque has  escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se la has revelado a la gente sencilla

Jesús  da gracias al Padre, le llama Señor  de  cielo y de tierra, era la expresión común y respetuosa de entonces, pero al llamarle Padre quiere compartir   su experiencia de Dios, con sus discípulos. Sin su experiencia es imposible comprender la trayectoria humana de Jesús y cuál fue su fuerza para hablar del Reino de los cielos, entendido  como compromiso del Padre con la nueva humanidad.

Es interesante señalar que Jesús para hablar con el Padre, emplea el término Abbá, que era  la expresión en arameo del lenguaje de los niños de su tierra, Galilea,  cuando se dirigían  a  un padre lleno de amor y de ternura  hacia ellos. Así se entienden mejor los siguientes párrafos de esta oración de Jesús cuando alaba a la gente sencilla, a los pequeños, traducen algunos, porque son los que mejor entienden las cosas de su  Padre Dios. Esta idea será más desarrollada después a lo largo del  evangelio.

Al decir a continuación en su oración al Padre, que  ha escondido todo esto a los “sabios y entendidos”,  quiere dejar bien sentado que para encontrar   a ese Dios  “oculto” a nuestra  forma de pensar, es importante    la disposición interna que empieza cuando nos  despojamos de nuestros prejuicios,  sobre todo   de la autosuficiencia del que se cree en posesión de la verdad. Jesús no rechaza la Ciencia, sino que alerta sobre la dificultad que pueden tener aquellos que solo se apoyan  en su saber, porque así no    escuchan  la  Palabra  ni se    abren  afectivamente a ella con sencillez. Ha de escucharse sin prejuicios. Esta actitud  es el   camino  para  llegar a entender unos valores   que no nacen de la especulación intelectual sino del corazón sincero que busca la verdad, y esto se  encuentra  más fácilmente entre  la  “gente sencilla".

Porque así te ha parecido mejor

 Con este comentario final, Jesús quiere subrayar que Dios siempre ha actuado así  en la Historia de la Salvación revelándose a los humildes que se dejan guiar sin poner resistencia, buscando solamente los planes de Dios, fiándose de  su amor paterno.  Esta idea está presente en el Antiguo Testamento y desarrollada después en el Nuevo.  La Iglesia, desde su origen, ha destacado el ejemplo de María y su canto gozoso del  Magníficat viendo en ella un  modelo  a seguir para los creyentes de todos los tiempos  precisamente por su sencillez y humildad al acoger la Palabra  de Dios. .

Todo me ha sido entregado por mi Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera  revelar”

En esta “oración” personal de Jesús con el Padre, el evangelista quiere   señalar lo que podríamos llamar  “identidad” de Jesús, él  es el Hijo de Dios, el enviado por el Padre.  En él se cumplen las promesas hecha al pueblo Judío que recogen las Escrituras…  por eso es  el  Mesías, el Señor.

 Todos estos aspectos de la personalidad  de Jesús están muy elaborados  en el evangelio de  Mateo que escribe con mucha precisión, pues no olvidemos que va dirigido a sus hermanos judíos y le interesa   demostrar  esta unidad de Jesús con el Padre, que son la misma cosa, para llegar, después, a desarrollar la universalidad de la Promesa que se cumple ante el rechazo  de su  Enviado.

Teniendo todo esto en cuenta, entenderemos mejor el llamamiento universal,  el modelo de seguimiento, que nos resume maravillosamente el evangelista en el párrafo siguiente:

Venid a mi todos os que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprender de mí que soy manso y humilde de corazón. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera

Estas  palabras de Jesús nos recuerdan  sus primeros pasos por su tierra  de Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la buena noticia del Reino y curando todo achaque y enfermedad del pueblo. Era lógico que se despertaran  en él sentimientos de compasión. Mateo lo señala  escuetamente, Jesús pasaba  curando toda tipo dolencia y enfermedad. (Mt, 4- 23).

Ahora,  al decir: “Venid  a mí todos los que estáis cansados”, nos  hace una invitación personal que nos alivie. Y nos ofrece un remedio  que pudiera parecer sorprendente y que hay que saber entender. Dicho remedio es precisamente tomar su Yugo, cuando lo que  buscábamos era descargarnos de la nuestra.

Hay muchos que buscan a Jesús pero algunos no tienen en cuenta esta segunda parte del mensaje, el llamado “seguimiento de Jesús” que supone cargar con su yugo. Pues si no fuera así todo acabaría en una espiritualidad sentimental, intimista, en una  atracción pasajera hacia su persona pero  descomprometida,  sin una proyección hacia la Comunidad, hacia  la familia humana. Por eso  el seguimiento tiene que ser  buscar y asumir “el proyecto“ de Jesús, que  en definitiva  es su misma vida, su entrega a los demás.

 Así, se entiende lo que sigue: Aprended de mí que soy manso y humildes de corazón.  Nos está invitando a una difícil  tarea, sin evaluarnos previamente, el secreto es lanzarse a ella confiando solamente en su amor y así la carga resulta llevadera y ligera.


ESTUDIO BÍBLICO

Iª Lectura: Zacarías (9,9-10): Las armas y los carros nunca traen la paz

I.1. La Iª Lectura del profeta Zacarías habla sobre la restauración de Israel, de Jerusalén, en razón del Mesías justo y victorioso. El libro de profeta Zacarías es un conjunto de oráculos que, con toda seguridad, no pertenecen solamente a un personaje, sino a una escuela profética que se ocupa de animar al pueblo. Es un caso parecido al de Isaías. De hecho, podemos dividir el libro en dos parte, y es precisamente a partir del capítulo 9 cuando comienza la segunda que supone una época y unas circunstancias distintas en el momento de la restauración y la vuelta del destierro de Babilonia; esa segunda parte del libro puede ser, probablemente, del s. III a. C.

I.2. Casi la totalidad de Zac 9-14 tiene un tono escatológico, de influencias apocalípticas. Aquí se pone de manifiesto como punto central a Sión, símbolo de unidad, de justicia y de paz. El oráculo propone la destrucción de los carros y de las armas: ¡qué maravilla!, porque eso es también lo que necesitamos hoy. Ninguna guerra lleva a ninguna parte; solamente siembra muerte y destrucción. Probablemente es un texto que nace en el horizonte de la conquista de Palestina por parte de Alejandro Magno y sus generales, que es lo contrario de la propuesta del oráculo que ve en lontananza un rey humilde.

I.3. Precisamente es la fuerza de la humildad con la que este rey destruirá los instrumentos de la guerra. ¿No es posible la concordia y la paz? ¿Son necesarios los carros para que Jerusalén sea la ciudad de la paz? La entrada de Jesús en Jerusalén fue descrita por los evangelistas bajo la inspiración de este texto. Sin embargo, las autoridades judías no creyeron que viniera en son de paz. Querían preservar Jerusalén de la osadía del profeta pacífico y le montaron un juicio político, entregándolo en manos de los romanos. Pero Jesús traía la paz en su labios y en su corazón. No destruyó el profeta galileo Jerusalén. Por el contrario, cuarenta años después, los que recurrieron a las armas, los celotes y los que les siguieron, llevaron a Sión al desastre. Es una lección que no se debería olvidar hoy, en que "Sión" se quiere defender con carros de combate o protegerla con un muro vergonzoso.

IIª Lectura: Romanos (8,9.11-13): Vida nueva en el Espíritu

II.1. Estamos ante uno de los textos más bellos, profundos y determinantes de esta famosa carta de San Pablo. El apóstol, que ha destruido teológicamente la seguridad que los judíos o los judeo-cristianos ponen en la Ley para vivir (Rom 7), traza la alternativa más desbordante para la vida cristiana: vivir según el Espíritu. Este canto es un canto del Espíritu de liberación y de victoria frente a las situaciones trágicas del “yo” y de la ley (todas las estructuras que nos atan). La redención cristiana se realiza por medio del Espíritu que es el que da sentido a nuestra vida mientras vivimos aquí, y es el que nos garantiza la vida más allá de la muerte; porque de la misma manera que por El se llevó a cabo la resurrección de Jesús, así sucederá con nosotros.

II.2. Es el texto más explícito de Pablo sobre la conexión entre resurrección y Espíritu y debemos profundizar en él, ya que es un alarde de teología espiritual. La Ley nos muestra nuestros pecados, pero el Espíritu nos purifica, nos salva, nos libera. La tensión carne-espíritu es manifiesta en nuestra vida, aunque no es necesario abusar del dualismo del “yo” que hay en nosotros. Es una de las antítesis más famosas de la teología paulina (carne-espíritu), si bien Pablo quiere resaltar que estamos en Cristo, somos de Cristo, si tenemos su "Espíritu". Es el que nos hará pasar por la muerte, no para quedarnos en la nada, sino para tener la vida nueva que ahora ya tiene el Señor, que ha sido "resucitado por el Espíritu".

II.3. ¿Quién tiene de verdad el Espíritu de Dios y de Cristo? En realidad quien no vive en su "yo" soberbio y carnal que engendra muerte, es decir, el egoísmo puro. Porque cuando hablamos de "carnal" no se debe entender, sin más, lo sexual, como muchos comunicadores cristianos defienden. La carne es el mundo contrario al Espíritu, a su libertad, a su entrega, a su magnanimidad. Esto se explica bien en este texto de la carta a los Romanos si tenemos en cuenta el capítulo precedente (Rom 7,17ss) en el que ha descrito el apóstol la incapacidad del "yo", es decir, de la persona que solamente se mira a sí misma y vive en sí misma. La presencia del Espíritu en nosotros no puede ser distinta de la que experimentó Cristo. Por tanto, vivir, ser habitados por el Espíritu, es sentir sobre uno mismo y sobre Dios, lo que se nos ha de describir en el evangelio de hoy.

Evangelio: Mateo (11,25-30): El Dios de Jesús, un “padre” entrañable

III.1. El evangelio de este domingo es uno de los textos más hermosos del evangelio de Mateo, que no se prodiga precisamente en el misterio de la gratuidad de Dios. Lucas 10,21, para introducir estas mismas expresiones, (quiere ello decir que ambos evangelistas tienen una fuente común, la conocida como documento o evangelio Q), ha recurrido a uno de sus elementos teológicos más notorios en su obra: estas palabras las pronuncia Jesús lleno del Espíritu Santo. De esta manera, pues, se asumiría en la liturgia de hoy la fuerza y radicalidad del texto de la carta a los Romanos. Por otra parte, también se ha visto en este texto evangélico el cumplimiento del oráculo de Zacarías 9,9-10.

III.2. Se ha escrito y se ha hablado mucho del Dios de Jesús y cada generación ha de interrogarse sobre ello, porque ese Dios hay que descubrirlo en el evangelio. En este caso podríamos aplicar ese famoso "criterio de disimilitud" con el que los especialistas han tratado de fijar las palabras auténticas de la predicación de Jesús. Es verdad que sobre este criterio se ha encarecido mucho y a veces las discusiones se extreman: lo que no es del judaísmo, o por el contrario, de la comunidad primitiva, es de Jesús. Este texto de Q, sin duda, es de esos textos absolutos. Ni en el judaísmo oficial se pensaba así de Dios, ni entre los primeros cristianos se lo hubieran imaginado tal como hoy aparece en este texto de alabanza y acción de gracias de Jesús. Por tanto, tampoco se hubieran atrevido a poner en boca de Jesús palabras como estas, tan audaces y determinantes. Con los retoques pertinentes que la tradición siempre articula (aquí se usa páter, en griego, y no Abbâ, aunque se reconoce que los vv. 25-26 están recargados de sustratos arameos), nos acercamos mucho a la experiencia más determinante que Jesús tenía de su Dios. Estamos hablando de la experiencia humana de Jesús, del profeta, no debemos entenderlas, ni interpretarlas todavía, en clave trinitaria.

III.3. Jesús, pues, rompiendo con toda clase de preconcepciones sobre Dios, sobre la religión, sobre la cercanía del amor divino y de la gracia, reta a sus oyentes -aunque estas palabras las dirige a sus discípulos-, para que definitivamente se echen en las manos de Dios. ¿Por qué? porque se trata de un Dios distinto de como se le había concebido hasta ahora y, consiguientemente, de unas relaciones distintas con Él. No son los sabios, los poderosos, o los que más saben, los que lo tienen más fácil para entender al Dios de Jesús. Esa es la primera lección, lo más importante, aunque tampoco es una condena de la teología, de los teólogos o de los místicos. Pero es verdad que Jesús quiere abrir el misterio de Dios a toda la gente y, especialmente, a los más alejados, incluso a los menos "espiritualistas".

III.4. Es posible que esto le haya valido en la historia la acusación de que su Dios es un Dios de ignorantes y de desgraciados de este mundo, como si Jesús lo hubiera creado desde un cierto resentimiento contra la sociedad de su tiempo. Y la verdad es que tomando expresiones del filósofo Nietzsche, el que había predicho la muerte de Dios, este Dios de Jesús es tan humano, que no lo soportan los espíritus soberbios, los que se creen con espíritu prometéico. El instinto de Jesús para descubrir a Dios nos ofrece a todos la posibilidad de un Dios maravilloso, humano y entrañable. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).


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