domingo, 5 de mayo de 2013

DOMINGO 6° DE PASCUA



¡No se inquieten ni teman!

Oh Dios y Padre nuestro: Tú y tu Hijo Jesús ponen su morada en los que guardan la palabra del mismo Jesús.

Él nos ha proclamado aquí su palabra y nosotros creemos en ella, la amamos y la haremos realidad en nuestras vidas por el poder del pan  de vida.

Y si alguna vez llegamos a olvidarla, que tu Espíritu nos la vuelva a recordar y nos enseñe a vivir conforme a ella con alegría.

Que esa palabra y tu amor bondadoso nos traigan tu paz.


CONTEMPLAMOS LA PALABRA


I LECTURA

¿Cómo resolver los conflictos en la comunidad? ¿Cómo responder a situaciones nuevas, que aparecen por primera vez y que dividen las opiniones? El problema de la incorporación de los paganos en la iglesia llevó a que se realizara una asamblea, en presencia de los apóstoles, donde todas las voces fueron escuchadas. Así, reunidos en comunidad, y con la asistencia del Espíritu Santo, se va aclarando el camino y los pasos a seguir.

Lectura de los Hechos de los apóstoles 15, 1-2. 22-29

Algunas personas venidas de Judea a Antioquía enseñaban a los hermanos que si no se hacían circuncidar según el rito establecido por Moisés, no podían salvarse. A raíz de esto, se produjo una agitación: Pablo y Bernabé discutieron vivamente con ellos, y por fin, se decidió que ambos, junto con algunos otros, subieran a Jerusalén para tratar esta cuestión con los Apóstoles y los presbíteros. Entonces los Apóstoles, los presbíteros y la Iglesia entera, decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres eminentes entre los hermanos, y les encomendaron llevar la siguiente carta: "Los Apóstoles y los presbíteros saludamos fraternalmente a los hermanos de origen pagano, que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia. Habiéndonos enterado de que algunos de los nuestros, sin mandato de nuestra parte, han sembrado entre ustedes la inquietud y provocado el desconcierto, hemos decidido de común acuerdo elegir a unos delegados y enviárselos junto con nuestros queridos Bernabé y Pablo, los cuales han consagrado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Por eso les enviamos a Judas y a Silas, quienes les transmitirán de viva voz este mismo mensaje. El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables, a saber: que se abstengan de la carne inmolada a los ídolos, de la sangre, de la carne de animales muertos sin desangrar y de las uniones ilegales. Harán bien en cumplir todo esto. Adiós".
Palabra de Dios.
SALMO

Salmo 66, 2-3. 5-6. 8

R. A Dios den gracias los pueblos, alaben los pueblos a Dios.

El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones. R.

Que todos los pueblos te den gracias. Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra. R.

¡Que los pueblos te den gracias, Señor, que todos los pueblos te den gracias! Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra. R.

SEGUNDA LECTURA

La visión de la ciudad del Apocalipsis conserva el simbolismo que a lo largo de la Biblia tiene el número 12, signo del pueblo de Dios completo y reunido, en referencia a las 12 tribus de Israel y a los 12 apóstoles. En medio de esta ciudad está Dios mismo. Es el estado definitivo, el del encuentro del pueblo con Dios.

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 10-14. 22-23

El Ángel me llevó en espíritu a una montaña de enorme altura, y me mostró la Ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios. La gloria de Dios estaba en ella y resplandecía como la más preciosa de, las perlas, como una piedra de jaspe cristalino. Estaba rodeada por una muralla de gran altura que tenía doce puertas: sobre ellas había doce ángeles y estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel. Tres puertas miraban al este, otras tres al norte, tres al sur, y tres al oeste. La muralla de la Ciudad se asentaba sobre doce cimientos, y cada uno de ellos tenía el nombre de uno de los doce Apóstoles del Cordero. No vi ningún templo en la Ciudad, porque su Templo es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. Y la Ciudad no necesita la luz del sol ni de la luna, ya que la gloria de Dios la ilumina, y su lámpara es el Cordero.
Palabra de Dios.


EVANGELIO

¡Qué regalo precioso: Somos una morada donde vive Dios! Es esa presencia permanente de la cual habla el Apocalipsis que hoy leímos. Jesús nos promete que podemos experimentar esa "morada de Dios" ya hoy, en forma anticipada. Esa es la obra del Espíritu Santo: hace de nosotros templos vivos donde Dios habita. ¡Dejémoslo obrar!

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 14, 23-29

Durante la última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: "Me voy y volveré a ustedes". Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.
Palabra del Señor.


COMPARTIMOS LA PALABRA


En su despedida Jesús nos dedicó las palabras que recoge el evangelio de Juan, un discurso centrado en explicar el significado de su vida y misión, de su pasión y muerte. El amor de Dios es lo único que da sentido a la vida de Jesús y lo que da sentido a nuestras vidas a menudo tan zarandeadas por circunstancias difíciles. El amor que viene de Dios es la roca firme sobre la que construir nuestros proyectos de vida, la brújula con la que dirigirnos, el motivo para levantarnos cada día y la causa de nuestra alegría. Cuando el Hijo de Dios entró en la historia los ángeles anunciaron la alegría, y cuando el Hijo de Dios resucitó esa alegría inundó y transfiguró todo el universo, todo lo creado. Es el gozo divino, su amor que restaura todo en Cristo, el pasado, el presente y el futuro de cada vida humana y de toda la historia de la humanidad. Jesús nos ha dicho: “nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos”. El amor de Dios por la humanidad; es amor paternal en la presencia del Padre que envía y acompaña la misión del Hijo enviando su Espíritu; es amor maternal en la persona y el testimonio de María y es amor de amistad en Jesús, amigo de los hombres, amigo y hermano, nuestro redentor.

Jesús ha dado la vida por sus amigos. No somos esclavos sometidos, ni autómatas, sino amigos liberados del poder del pecado y del sinsentido. La familia no se escoge, pero los amigos sí. Dios nos escoge en Cristo para que seamos sus amigos. La amistad verdadera es motivo de gozo para quien la experimenta, tener un amigo o amiga del alma es tener un tesoro. En Jesucristo tenemos ese tesoro que nos espera para agraciarnos, para hacer juntos el camino de la vida y sortear juntos las dificultades.

En momentos de inquietud nadie debería llamar espectadores pasivos ni cobardes a quienes celebramos la eucaristía. Nada hay más responsable en estos tiempos que creer en el Dios de Jesús y actuar en coherencia a nuestra fe. Esta fe que originó los derechos humanos que defendemos y promovemos en el mundo entero. Esta fe que molesta a muchos poderosos porque les demuestra que cuando Dios se borra del horizonte, el hombre no llega a ser más grande, ni lo puede todo; sino que, pierde dignidad, se convierte sólo en el producto de una evolución ciega, del que se puede usar y abusar. Como nos recuerda la “ciudad celeste” del libro del Apocalipsis, esta fe no sólo atiende lo material sino lo espiritual, nos recuerda la meta de la humanidad en el Reino de Dios. Nos muestra que la revolución más eficaz es la que tiene lugar en el interior de cada corazón vuelto hacia Cristo, la que ha tenido lugar en la personas de los hombres y mujeres santos. Esta fe no es huída de responsabilidades, sino estímulo para comenzar a vivir ahora lo que viviremos en el reino de los cielos, en el domingo sin ocaso. “En la ciudad que no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero”.

El evangelio no tiene recetas para salir de las crisis, pero de él se derivan valores y comportamientos que buscan gestionarlas mediante la transformación de los corazones y las mentes a la hora de abordar los momentos difíciles. Por eso comenzando el mes mayo, de la mano de María proponemos volver al evangelio, celebrar la efusión y las obras del Espíritu Santo, protagonista del tiempo de Pascua. Profundizar en la Palabra del NT es muy necesario en nuestros días. Con su testimonio y su voz, María sigue acompañando la misión de su Hijo y proponiéndonos su amistad. Acudamos a la intercesión de la Virgen María pidiéndole que nos enseñe a ser amigos de Dios, especialmente amigos de los que peor lo pasan; amigos que gozan o luchan juntos y juntos construyen el Reino. Amigos que recibiendo el Espíritu del Resucitado no se acobardan en su tarea de creer y testimoniar los efectos de la Resurrección para el mundo.



ESTUDIO BÍBLICO


El don ilimitado de la gracia de Dios

Iª Lectura (Hechos 15,1-1.22-29): El "espíritu" del "Concilio" de Jerusalén

I.1. Hoy leemos uno de los episodios más conocidos y de los más importantes del libro de los Hechos de los Apóstoles: el Concilio de Jerusalén, que viene provocado por la libertad con que actuó en la misión evangelizadora la comunidad de Antioquía de Siria, donde trabajaban apostólicamente Pablo y Bernabé. Rompiendo los tabúes de un judeo-cristianismo todavía demasiado judío y menos cristiano –el de Jerusalén-, en cuanto a su identidad, se admitían a los paganos sin necesidad de que antes tuvieran que circuncidarse. Eso escandalizaba, porque se pensaba que para ser cristiano, primeramente se debía ser judío, admitir la ley de Moisés y otras muchas más tradiciones inherentes a ese modo de vida. ¿Dónde quedaba, pues, lo que Jesucristo había hecho por los hombres? ¿De qué valdría la muerte y la resurrección de Jesús? En definitiva, la cuestión era dónde estaba la posibilidad de la salvación, en la ley, o en Cristo.

I.2. Pablo, desde el principio (cf Gal 1-2), se va a oponer a esta distinción tan incoherente y no menos injusta desde todos los puntos de vista, deshaciendo con su teología de la gracia y de la fe en Cristo toda ventaja fundamental respecto de la salvación y la reconciliación del hombre con Dios. Pablo quiere decir que todos partimos de cero, que no cuenta ya ser de origen judío o ser pagano; es decir, de ser "justo" según la ley, o lo que es lo mismo, por herencia, por tradición; y ser pagano, por consiguiente pecador, expuesto a la ira de Dios, porque lo diga una “dogmática” inmemorial. Ante Dios, ante Cristo, estamos todos en igualdad de condiciones. Lo único que existe es una diferencia cultural, pero eso no es ninguna ventaja ante el Dios de la misericordia y de la gracia; eso no es una prerrogativa de salvación. En realidad, Pablo, en este texto de Hch 15, no habla, lo hace Pedro en su lugar inspirado (no olvidemos que es Lucas su autor) en el texto de Gal 2,15-21. Lucas, en la famosa decisión de no imponer “cargas” a los paganos, le apoya en el papel del Espíritu.

I.3. No obstante, la decisión estaba tomada: no es necesaria la Ley para la salvación. No hay que obligar a los paganos a someterse a la circuncisión, sino a abrirse a la gracia de Dios. Esta es la gran lucha por la libertad cristiana que comienza ya en los primeros años de la Iglesia. De esta manera, Pablo está rompiendo seguridades, fronteras, ilusiones elitistas de un pueblo que considera que la salvación les pertenece a ellos y a los que ellos den acceso a la "situación de ley". El texto de hoy solamente es un resumen y nos da la conclusión más importante. Y desde luego, nadie debe ser acusado de “antisemitismo” por este motivo. Es verdad que los que prefieran estar con la Ley… lo hacen desde su libertad y desde su fidelidad. Pero no se debe olvidar que Jesús y Pablo estuvieron sometidos a la Ley y decidieron abandonar ese camino. El cristianismo encontró su identidad abandonando la Ley (la Torah judía) por un Cristo crucificado y resucitado. Eso es irrenunciable, no es antisemitismo. ¡Y no debe existir antisemitismo nunca!

IIª Lectura: Apocalipsis (21,10-23): Lo nuevo en las manos de Dios

II.1. Se continúa la esplendorosa visión del domingo anterior sobre la nueva Jerusalén. Es una nueva Jerusalén, sin templo, porque el templo es el mismo Señor, presencia viva de amor y fidelidad. Es la utopía de la felicidad que todos los hombres buscan, pero presentada desde la visión cristiana del mundo y de la historia. Es una afirmación con todos los ingredientes simbólicos necesarios, pero eso no quiere decir que no será una realidad absoluta; porque Dios, el Dios de Jesucristo, es el futuro del hombre.

II.2. Hablar del futuro, sin recurrir al pasado y al presente, sería perder el sentido de la historia. Y la humanidad tiene historia, pero será transformada. Incluso Dios, en cuanto vivido y experimentado, está encarnado en esa historia humana. Aunque lo importante de esta visión es poner de manifiesto que todo será como Dios ha previsto, y no como sucedía en la historia donde, por respetar la libertad humana, los hombres han querido manipular hasta lo más santo y sagrado. La nueva Jerusalén es una forma simbólica de hablar de un futuro que estará plenamente en las manos de Dios.

III. Evangelio: Juan (14,23-29): El amor debe transformar el mundo

III.1. Estamos, de nuevo, en el discurso de despedida de la última cena del Señor con los suyos. Se profundiza en que la palabra de Jesús es la palabra del Padre. Pero se quiere poner de manifiesto que cuando él no esté entre los suyos, esa palabra no se agotará, sino que el Espíritu Santo completará todo aquello que sea necesario para la vida de la comunidad. Según Juan, Jesús se despide en el tono de la fidelidad y con el don de la paz. En todo caso, es patente que esta lectura nos va preparando a la fiesta de Pentecostés.

III.2. Esta parte del discurso de despedida está provocada por una pregunta “retórica” de Judas (no el Iscariote) de por qué se revela Jesús a los suyos y no al mundo. El círculo joánico es muy particular en la teología del NT. Esa oposición entre los de Jesús y el mundo viene a ser, a veces, demasiado radical. En realidad, Jesús nunca estableció esa separación tan determinante. No obstante es significativa la fuerza del amor a su palabra, a su mensaje. El mundo, en Juan, es el mundo que no ama. Puede que algunos no estén de acuerdo con esta manera de plantear las cosas. Pero sí es verdad que amar el mensaje, la palabra de Jesús, no queda solamente en una cuestión ideológica.

III.3. Sin embargo, debemos hoy hacer una interpretación que debe ir más allá del círculo joánico en que nació este discurso. La propuesta es sencilla: quien ama está cumpliendo la voluntad de Dios, del Padre. Por tanto, quien ama en el mundo, sin ser del “círculo” de Jesús, también estaría integrado en este proceso de transformación “trinitaria” que se nos propone en el discurso joánico. Esta es una de las ventajas de que el Espíritu esté por encima de los círculos, de las instituciones, de las iglesias y de las teologías oficiales. El mundo, es verdad, necesita el amor que Jesús propone para que Dios “haga morada” en él. Y donde hay amor verdadero, allí está Dios, como podrá inferirse de la reflexión que el mismo círculo joánico ofrecerá en 1 Jn 4.



1 comentario:

  1. Gracias por toda la recopilación del Domingo de Pascua.. un dia que hay que celebrar por la resurrección de Cristo (ver)

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