domingo, 3 de noviembre de 2013

DOMINGO 31º DEL TIEMPO ORDINARIO


“El Hijo del hombre vino a buscar 
y a salvar lo que estaba perdido”.

“Buscar y salvar lo que está perdido”.  Jesús no deja de recordarlo en el evangelio. Cuando la salvación llega a una casa, cuando la felicidad llega a una vida se siente él mismo contento. Vidas esclavas del dinero, faltas de verdad, sin preocupación por los que sufren son vidas perdidas. Posiblemente en la comunidad de Lucas se preguntaban si tenían un lugar los ricos y cómo. La preocupación de Jesús es bien clara por todos los hombres, también ama a los ricos. El evangelio no es una amenaza para sus intereses, ni para que sepan interpretar sus riquezas. La solución es dejarle entrar en la propia casa, dejarle que su mirada aclare la vida, que su fuerza salvadora actúe.

¿Será ya tarde para rehacer esta vida que he echado a perder? ¿Hay algún camino de reencuentro después de lo que he sido? Estas preguntas encuentran respuesta en la historia de Zaqueo. Su querer ver a Jesús y buscarle es más que una simple curiosidad o un ver qué pasa o hasta dónde da de sí Jesús. Más bien la inquietud es hasta dónde yo quiero que la fuerza salvadora del evangelio llegue en mi.

Ya soy creyente y practicante, pero ¿mi vida cristiana está fundamentada en el encuentro con Jesús? ¿Queremos ver a Jesús y superar los obstáculos que nos impiden crecer, redimensionar nuestra vida y acogerle a diario, hasta hacerle compañero en nuestra casa? No todo está fenomenal, ni es cristiano por muy religiosa que sea nuestra vida, si no hay mirada y encuentro con Jesús.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

La grandeza de Dios se manifiesta en su amor. Su poder es amor. Y este amor encuentra el modo apropiado de obrar en cada una de sus criaturas. Cada persona es amada por Dios, por lo tanto, si nos reconocemos como sus hijos e hijas, también debemos amar a todos. Aun esas personas a las que juzgamos como los peores pecadores son amadas por Dios, y él quiere su salvación.

Lectura del libro de la Sabiduría 11, 22--12, 2

Señor, el mundo entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan. Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo habrías creado. ¿Cómo podría subsistir una cosa si Tú no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado? Pero Tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. Por eso reprendes poco a poco a los que caen, y los amonestas recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor.
Palabra de Dios.

SALMO

Salmo 144, 1-2. 8-11. 13-14

R. Bendeciré al Señor siempre y en todo lugar.

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey, y bendeciré tu Nombre eternamente; día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. R.

El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R.

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.

El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. R.

SEGUNDA LECTURA

¿Cuándo llegará el fin del mundo? ¿Cuándo volverá Cristo? En todo tiempo, la humanidad ha tratado de descifrar ese día. Y la verdad es que no sabemos cuándo será. No nos alarmemos, crezcamos en la fe, glorifiquemos a Dios, y un día nos encontraremos con él.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica 1, 11--2, 2

Hermanos: Rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe. Así el Nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado.
Palabra de Dios.
EVANGELIO

"Zaqueo quería ver a Jesús y lo vio. La expresión 'buscaba ver quién era Jesús' revela el deseo profundo, que se cumplió por encima de lo esperado, puesto que vio quién era Jesús: el título de 'Señor' atestigua efectivamente la fe de Zaqueo. Pero si el encuentro y la forma con que Jesús lo interpeló le abrieron los ojos, la transformación no se detuvo allí. Se trata de alguien que quería conocer a Jesús y que descubre y ve, además, pobres que socorrer. Zaqueo tiene que quedarse con los que acaba ahora de reconocer y de aprender a amar" (Jean N. Aletti, El arte de contar a Jesucristo, Ed. Sígueme).

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 19, 1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador". Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más". Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

Jesús une necesidades y deja a un lado las diferencias.

Zaqueo, un hombre que tiene de todo: dinero, riquezas, posición social por ser jefe de publicanos, pero pecador ante el pueblo por servir al dinero (explota a los demás) y no a Dios; insatisfecho consigo mismo porque busca a Jesús, de quien ha oído hablar, pero no le conoce; quería encontrarse con Jesús, pero la gente se lo impedía; quiere seguir su corazón y abrir su vida a algo nuevo, pero encuentra muchos obstáculos (vergüenza, crítica de los demás, ser pequeño de estatura, tiene que hacer el ridículo ante los demás, su dignidad, su instalación en una vida sobrada, …)

Esta necesidad de Zaqueo se encuentra con la necesidad de Jesús (cuando él le quiere ver, resulta que Jesús ya le está buscando) que quiere alojarse hoy en su casa, ya mismo. Jesús no se fija en lo malo y podrido de las personas, sino en las posibilidades y belleza interna de los hombres, quizás en medio de un montón de ruinas. Apuesta por lo mejor que hay dentro de nosotros y no le importa el escándalo de los fariseos, ni la trasgresión de la ley y va a comer y alojarse a la casa de Zaqueo. La necesidad de Zaqueo es más que física, pues aunque todos sabemos algo de cansancio, soledad, sed de felicidad, miedo, tristeza,… , siente otras necesidades todavía más vitales. Las necesidades nos unen dejando a un lado las diferencias.

Esta manera de acercarse Jesús no es nueva, sino una constante evangélica (con la samaritana, por ejemplo), una propuesta metodológica pastoral, animando al otro porque tiene algo que dar, haciéndole sentir que puede ofrecer algo nuevo. Esto no tiene nada que ver con el adoctrinamiento, la imposición, la denuncia y la catequización. Sí con la propuesta, la valoración del otro y el diálogo que lleva a descubrirle sus posibilidades.

Jesús nos libera de todo lo que nos esconde la vida

Zaqueo está aprisionado y encerrado en su egoísmo, sus riquezas y Jesús le descubre que lo que le impedía vivir es su misma riqueza, pues su complicidad con ellas está destruyendo y defraudando su propia vida y la de otros. Un simple intercambio de miradas basta: la del profeta defensor de los pobres se encuentra con la del rico y desde este momento entra en su vida la verdad, la justicia y la compasión. Zaqueo se acuerda de los que ha defraudado, de los que ha extorsionado, de lo injusto que ha sido y se abre a la compasión.

Hay veces en que no vivimos una vida sana, hemos dejado perder nuestra vida. Jesús, se nos acerca con una mirada compasiva, sin aplicar las leyes ni exigir moralidades, sin agobiar, sin querer conquistar ni arrasar sino ofreciendo, curando, con unas entrañas verdaderamente de misericordia. Poco nos debe importar el haber perdido el prestigio social, lo ganaremos en servicio al evangelio y estaremos en mejores posibilidades de entender y sintonizar con los necesitados y los que sufren. ¿Para qué endurecer nuestras predicaciones y apoyarlas en condenas? ¿No es mejor hacer como Jesús y escuchar a los demás y acompañarles?

Para que nos abramos y restituyamos a los hermanos lo que es justo

El compartir es camino de salvación de los ricos, no porque sea una condición que impone Jesús, sino porque es el medio de conversión, el mejor servicio de sus bienes, que en Zaqueo es casi una profesión de fe. La salvación ha llegado a su casa y se da cuenta que el acaparar y amontonar no es el camino de felicidad, sino que el compartir y restituir abre el camino humanizador y fraternal. Cambiar de pensar en el dinero para pensar en el sufrimiento de los demás es importante. Cuando se ha hecho pobre y necesitado, Jesús le hace entrar en la casa de los pobres y entender otro camino para su vida. Zaqueo deja de pensar en sus riquezas para fijarse en los que sufren y hacer su vida más humana y solidaria.

La mirada de Jesús nos convence para que seamos justos y da sentido a nuestras obras. El Papa Francisco habla en una homilía en Santa Marta del “síndrome de Jonás” refiriéndose a aquellos que dan tanta importancia a sus obras, que las creen suficientes para salvarse, sin enterarse que deben ser respuestas al amor misericordioso del que salva, del que libera y humaniza. Los que así actúan confían solo en su justicia personal y buscan una santidad de lavandería, todo impecable, pero sin el celo de acompañar, escuchar, acoger a los heridos. Jesús les llama hipócritas porque no quieren la salvación de la gente pobre, sino que más bien se aprovechan de los pobres para sentirse ellos bien, con lo que creen que son sus buenas obras, su forma de conseguirse la salvación.

Vivir nuestra vida cristiana con sensibilidad ante los demás, como un compromiso por las vidas rotas y perdidas es entender a Jesús, el acompañante de la vida. Es ser profetas en una sociedad injusta. Es superar la pasividad del ser sólo religiosos para poder ser creativos por medio del encuentro con la fuerza salvadora del evangelio. Ante todo es necesario buscar la vida, querer vivir con todos la fraternidad. Vivir la vida cristiana como si fuera una serie de obligaciones que nos exigen un gran esfuerzo para cumplirlas es matar la libertad, la creatividad y la pasión. Jesús no vivió así, sino estimulando la vida sana y coherente.



ESTUDIO BÍBLICO

Todos están llamados a la salvación

Iª Lectura: Sabiduría (11,23–12,2): La bondad del ser creado

I.1. Hermoso texto del libro de la Sabiduría. Hermosa reflexión y plegaria a la vez que canta la grandeza de Dios en la creación como misterio de su “sabiduría”. Lo creado tiene sentido, no solamente porque sale de las manos de Dios, sino porque es bueno y tiene un sentido positivo. Es verdad que el texto viene a culminar un repaso a la historia del pecado de Egipto que tuvo en sus manos al pueblo elegido. Dios podía haber reducido a la “nada” a ese pueblo. Pero no fue así. El autor, probablemente escribe en Alejandría y ve todavía la grandeza de ese pueblo, aunque ahora en manos helenistas.

I.2. Por eso el final de este capítulo impresiona: Dios no puede destruir nada que haya creado con su poder. Se refiere al pueblo, a la humanidad, a los hombres, a las personas. Dios, el Dios de la Sabiduría, no puede destruir a nadie para triunfar Él; aunque se le haya presentado así muchas veces. Este texto respira sabiduría religiosa y contempla cómo todo tiene un sentido y cómo de la mano de Dios también salen las oportunidades para cambiar, para ser otras personas, para emprender un camino nuevo. El mundo vive de la mano de Dios y el hombre, de cualquier raza o religión, es un canto a la dignidad que cada uno lleva en su corazón. Por eso la religión debe ser lumbrera cuando se asoma a la interioridad de la persona, porque en esa interioridad es donde habita el “espíritu”, la “sabiduría” –que sería lo mismo-, de Dios.

IIª Lectura: 2ª Tesalonicenses (1,11–2,2): La vocación cristiana no debe ser la apocalíptica

II.1. La II Tes es una carta sobre la que existen verdaderas dudas de su autenticidad paulina. Esta opinión está cada día más extendida. Son numerosas las muestras literarias e incluso el sentido pastoral de la misma. Se piensa que los discípulos de Pablo se vieron en la obligación de escribir a una comunidad que estaba pasando una verdadera crisis de identidad. Y especialmente turbada por cuestiones escatológicas sobre la venida del Hijo del hombre o del fin del mundo. Pablo había abordado el tema escatológico en su primera carta (1Tes 4,15ss), tal como la suerte de los difuntos. Esto incrementó en alguna comunidad una crisis y un deseo por fijar cuándo y cómo acabará todo.

II.2. La referencia a “revelaciones” o a un supuesto escrito de Pablo debe interpretarse con verdadero cuidado. Es verdad que es eso lo que se intenta corregir, y todavía muchos autores piensan que Pablo mismo sale al paso de una falsa interpretación de sus palabras. Sobre ello habría mucho que decir, pero no es el momento. Pablo, de alguna manera, se vio envuelto también en esa tensión escatológica de los primeros años cristianos. E incluso esperó la pronta venida del Señor. Pero él mismo tuvo que centrarse en otras cosas y poco a poco fue precisando su pensamiento sobre estas cuestiones que apasionaba a las mentes apocalípticas. Lo que a Pablo le interesaba, de verdad, es la vocación cristiana, la suya y la de todos aquellos que aceptaban al Señor como el verdadero salvador. Es eso lo que se pone de manifiesto en los versos finales de 2Tes 1, y que corresponden a nuestra lectura.

Evangelio: Lucas (19,1-10): El Reino exige un pacto de justicia

III.1. El relato de Zaqueo es otro de esos episodios de Lucas que no tiene desperdicio. Es tan logrado, a todos los niveles, que habría que leerlo varias veces y cada una de ellas nos encontraríamos con matices que podría dar para una reflexión. No es un relato histórico. simplemente porque Jesús “tenía” que pasar por allí para ir a Jerusalén. Pero el que sea en la frontera de esta ciudad milenaria es un marco digno de consideración, porque la salvación llega hasta los confines de la tierra. Se enfrentan dos personajes… pero no solamente eso. También hay gente que está a la expectativa de qué hará Jesús. Aunque Jesús parece que no hace nada más que invitarse a casa de un “pecador”, tendrá la última palabra. Con esto está dicho todo. Zaqueo es un pecador para los puritanos, para los de religión legal. Para Jesús, y sin duda para Lucas, es un “rico”. Pero ¿también de los ricos es el Reino de los cielos? He aquí la gran cuestión de este episodio. Si los ricos renuncian a ello (dando la mitad de los bienes a los pobres y haciéndose como la gran mayoría de la gente) entonces sí.

III.2. Los bienpensantes de siempre especulaban que si Jesús entraba a casa de un publican, se contaminaba, ya que los publicanos trataban con las autoridades romanas que les concedían los privilegios de recolectores de impuestos. Pero para Lucas Jesús va buscando el verdadero “pecado”: haber acumulado riquezas y poder a costa de los otros. Y es eso lo que debe cambiar Zaqueo. No tiene por qué renunciar a ser colector de impuestos, ni a tratar con los paganos, los romanos, sino a no hacerse poderoso con las riquezas injustas. El tema es muy querido para Lucas, como sabemos. Y eso, sin duda, porque en su comunidad debía ser una cuestión puesta sobre la mesa de cómo se puede ser un buen seguidor de Jesús en este mundo donde hay riquezas y todo lo que ello conlleva.

III. 3. El narrador de este episodio nos muestra su maestría literaria, pero la instancia narrativa va mucho más allá de lo que podíamos esperar. El que ponga en labios de Jesús elementos que son muy característicos de su teología centra con precisión las perspectivas globales de su obra evangélica: mostrar a Jesús como profeta y salvador. El que seleccione sus informaciones es un indicio de buen narrador; insinúa las cosas y aunque no describa la psicología teológica de la conversión de Zaqueo no significa que no haya llegado hasta el fondo de las cosas: está, justamente, en la decisión de dar la mitad a los pobres. Esto no es signo de liberalidad solamente, sino de justicia. No pretende Lucas presentar a Zaqueo simplemente como un hombre desprendido o magnánimo (porque antes del encuentro con Jesús no lo había sido), sino como un convertido a la causa del Reino. También aquí las insinuaciones se transparentan: en la casa han hablado a fondo Jesús y Zaqueo, porque que rían conocerse mutuamente. Esta es, pues, una propuesta para los ricos (no para dirigirlos espiritualmente), aunque la conversión también se apoya, y mucho, en la magnanimidad, precisamente la que no muestran los con­troladores ortodoxos de los pecadores. Es un relato de grandes iniciativas: Zaqueo que quiere conocer a Jesús; Jesús que busca a Zaqueo; Zaqueo que renuncia a ser rico (sic: porque no de otra manera se ha de entender ofrecer la mitad de los bienes a los pobres, y restituir la injusticia) y, finalmente, Jesús (y desde luego Lucas está detrás), que le muestra que ese es el camino de la salvación.

III. 4. En el texto, los ricos y los poderosos se sienten aludidos hic et nunc. Y sabemos que Lucas quiere reconciliar a gente rica y poderosa con el mensaje cristiano y con las exigencias del Reino desde algo que esté de acuerdo con la exigencia social propia de su situación. El sentido práctico de lo que pide no puede obviarse con interpretaciones o escapatorias que no lleven a una praxis determinada. Lu­cas lo ha dejado bien sentado en su obra: la riqueza es muy peligrosa para vivir en cristiano, por injusta, como en el caso de Zaqueo, y porque los pobres no podrán nunca salir de su condición si no cambian las situaciones sociales, o mejor dicho, si los ricos no invierten «la mitad» de sus riquezas en los pobres. Esa es la forma en que los ricos se convierten y la manera en que hacen justicia con los que no conocen ya después de haberles exaccionado. Eso significa, asimismo, que Lucas mantiene un debate crítico con los ricos: su afán de dinero (philargyría) y su codicia (pleonexía), como le sucede a los fariseos (Lc 16,14), es la causa de su pecado, no el que traten con paganos y pecadores; de ahí que su con versión está adecuada a la de un hombre rico, porque cada uno debe tener la suya, según su historia y el sentido de su vida.

III. 5. Es una propuesta a nivel de la comunidad, o de personas concretas, de la que hay que extraer consecuencias inmediatas de alcance social; a posteriori debe tener reflejo en la sociedad que nos ha tocado vivir en el mundo de hoy, como es en el caso de los pue blos del Tercer Mundo y de su deuda externa frente a los países ricos y poderosos. Lucas debe tener claro que en la comunidad cristiana no puede haber desequilibrios y que los ricos y pudientes de ben compartir sus bienes como una exigencia de conversión verdadera. Esto significa, pues, que cuando Lucas se propone describir el tiempo nuevo como un tiempo de salvación, en esta historia, esa salvación se hace efectiva para él, para aquella casa, para aquella familia o para aquella comunidad, por la praxis de la justicia como ética de verdadera solidaridad.





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