domingo, 21 de diciembre de 2014

DOMINGO 4° DE ADVIENTO


“El Espíritu Santo vendrá sobre ti,”

La novedad del Adviento es una invitación a correr el riesgo de cambiar las viejas formas de evangelización y aventurarse por lo que nos abre rutas nuevas en una sociedad que está cambiando, pero que requiere de nuestra escucha y nuestra implicación en esa tarea. Estamos asistiendo a una nueva forma de expresar la libertad de la fe en estos tiempos duros, cuyo final proclamado por algunos, no se compadece con los crecientes abismos de exclusión e indiferencia frente al drama de la desigualdad y la falta de expectativas para tantas personas.

La actitud de María ante el anuncio del ángel no es una promesa de un inmediato cambio institucional, sino una invitación a asumir la dificultad de este momento pero con la convicción y la confianza de que Jesús encontramos la realización del plan de Dios.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA

I LECTURA

La profecía hace un juego de palabras con el término “casa”. El rey quiere hacer una casa para Dios, un templo. Y Dios le responde diciendo que él mismo construirá su casa: la casa real de la cual vendrá el rey para el pueblo. Finalmente, los dos sentidos de la palabra “casa” se unen en María: ella es el Arca que lleva al Dios vivo, ella es la que recibe al rey.

Lectura del segundo libro de Samuel 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16

Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor, el rey dijo al profeta Natán: “Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en una tienda de campaña”. Natán respondió al rey: “Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo”. Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: “Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite? Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel. Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra. Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes, desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa. Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a des­cansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus des­cendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su reale­za. Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre”.
Palabra de Dios.

Salmo 88, 2-5. 27. 29

R. Cantaré eternamente el amor del Señor.

Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones. Porque tú has dicho: “Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo”. R.

Yo sellé una alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: “Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones”. R.

Él me dirá: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora”. Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será estable para él. R.

II LECTURA

Ponemos en nuestros labios esta alabanza que hace san Pablo. El misterio se nos ha manifestado: en Jesús, Dios nos anuncia cuánto nos ama. Este anuncio debe llegar hasta el último confín de la tierra. Esta es la noticia que debe ser proclamada por todos los medios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 16, 25-27

Hermanos: ¡Gloria a Dios, que tiene el poder de afianzarlos, según la Buena Noticia que yo anuncio, proclamando a Jesucristo, y revelando un misterio que fue guardado en secreto desde la eternidad y que ahora se ha manifestado! Este es el misterio que, por medio de los escritos proféticos y según el designio del Dios eterno, fue dado a conocer a todas las naciones para llevarlas a la obediencia de la fe. ¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén.
Palabra de Dios.

ALELUYA, Lc 1, 38

Aleluya. Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra. Aleluya.

EVANGELIO

“María, como cualquier otra mujer, es madre no solo del cuerpo de su Hijo, sino de la persona entera de su Hijo. En Jesucristo no se puede separar la humanidad de la divinidad, como tampoco el cuerpo del espíritu. El misterio de la encarnación de Jesús en la carne de la simple mujer de Nazaret también nos enseña que en la fragilidad, en la pobreza y los límites de la carne humana se puede experimentar y adorar la grandeza inefable del Espíritu”.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 26-38

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. María dijo al ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?”. El ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”. María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra”. Y el ángel se alejó.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS

“El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David”.

El Adviento es tiempo de preparación y de esperanza. Hay gran expectativa con respecto a lo que viene. Lo conocemos bien, pero no sabemos como nos va a sorprender esta vez. Cada año se renueva en nosotros la necesidad de un cambio y, sin duda, poco a poco experimentamos el deseo, siempre insuficiente, de ahondar la fe y la confianza en Jesús. Éstos están siendo años difíciles y duros para confiar, por eso, más que nunca, las preguntas se nos amontonan. No tienen respuesta fácil ni tampoco inmediata, pero deseamos y esperamos tener la creatividad suficiente para descubrir nuevos caminos con una renovada apertura a la Vida.

El adviento es comienzo esperanzado, por ello no es extraño que sea una virgen, una mujer en su pubertad, quien encarne el inicio de esa historia de la vida nueva. Nacemos inmaduros y dependientes, tenemos que aprenderlo todo, pero por esa misma razón somos potencia y posibilidad. Un anatomista holandés, Ludwig Bolk, decía que las personas son animales que se quedan en una condición fetal, y es esa permanente infantilidad el fundamento de nuestra cultura y nuestra creatividad. No se entienda por esto que nuestra situación ha de ser emocionalmente inmadura, sino, más bien, abiertos a lo nuevo, libres del prejuicio de lo que condiciona y cierra nuestra confianza. María nos enseña que no siempre somos dueños de nuestra vida, pero si coautores de nuestro destino. Hay un factor que depende de nosotros: hacer de nosotros una creación en la que haya lugar para otros; pero esta revelación se nos desvela caminando. ¿Hacia dónde?, no lo sabemos, pero tenemos que descubrir nuestros pasos. Si no confiamos en nosotros, ¿cómo vamos a confiar en los otros?

La imagen de María escuchando al ángel nos sugiere algo fundamental: nos hacemos a fuerza de aceptar, de fecundar. Es una actitud más que una voluntad: hay que abrir los ojos y descubrir donde hay que mirar para aprender a ver y escuchar la Vida. Dios no es la respuesta a una pregunta, es Aquel que nos abre y nos toma. La actitud frente al plan de Dios es más (¿femenina?) de escucha y de cuidado. En este sentido, la Verdad es la que nos busca.

María se deja fecundar, sobrecoger; dejó que la experiencia de Dios la encontrase. A partir de aquí, fue apertura y aceptación. Por eso, es la fuerza vital, el impulso que crece y hace crecer, la juventud, la madre, lo nuevo, la potencialidad y la fuerza donde arraiga la Vida.


ESTUDIO BÍBLICO

Iª Lectura: IIº Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16 ): Dios no quiere ser "encerrado"

I.1. Se toma hoy la primera lectura del IIº Samuel, que está centrada en la profecía de Natán, el profeta que aconsejó al rey David durante gran parte de su vida; el que le prometió una casa, una dinastía, pero el que también se opone a él cuando sus acciones no eran justas y no las consideraba en el plan de Dios. David había trasladado el Arca de la Alianza hasta Jerusalén, pero quería rematar esta acción religioso-política con la construcción de una «casa» (bayit) para Yahvé. Pero Dios no se lo habría de permitir, según el profeta, quizás porque su proceder no fue digno, como en el caso de Betsabé y de censo del pueblo. No obstante, Dios le promete una dinastía (bayit), que habría de servir, con el tiempo, como resorte ideológico para la teología mesiánica que los profetas elevarían a la categoría más alta, en cuanto el Mesías que habría de venir traería la justicia, la paz y la concordia. Lo que David quería, pero sus caminos eran distintos de lo que Dios quería.

I.2. Sabemos, pues, que este texto de hoy es uno de los hitos de esa teología mesiánica que recorre todo el AT. Una teología que no tiene que ver nada con los planteamientos socio-políticos de la monarquía sagrada y su descendencia, ya que Dios no elige, ni se compromete, con un sistema de gobierno, sino que los profetas se valieron de ello como símbolo del «Reino de Dios», acontecimiento de justicia y de paz. En el texto, a pesar de todo, hay una crítica de Dios a estar “encerrado” en una “casa” construida por intereses político-religiosos. Dios quiere y desea algo más humano y más digno. La respuesta, para nosotros los cristianos, la tenemos en el texto del evangelio: Dios se construye una morada en el seno materno de María.

IIª Lectura: Romanos (16,25-27): El evangelio, misterio de salvación de Dios

II.1. La segunda lectura es de Romanos, concretamente la “doxología” final, un himno en definitiva, que presenta varias dificultades textuales: algunos manuscritos la sitúan en otro momento (v.g. Rom 14, 23; o Rom 15,33). Incluso, hay autores que piensan que es un remate extraño a la carta a los Romanos, propio de la tradición paulina. Se recurre al «evangelio que proclama», que es el punto focal de toda la carta. Pero el evangelio no es de Pablo, no se lo ha inventado él, sino que se le ha manifestado para darlo a conocer. El evangelio es Jesucristo que revela el misterio de Dios para que todos los pueblos, no solamente el pueblo judío o la Iglesia, sean beneficiarios de los dones divinos. El evangelio debe ser la buena noticia que impregne todos los corazones de los hombres.

II.2. En realidad, para entender la densidad de lo que se quiere decir aquí, habría que considerar toda la carta a los Romanos, que es el escrito paulino más consistente de su pensamiento teológico y de su predicación de la gracia salvadora de Dios. En Cristo se revela el misterio de Dios ¿Qué misterio? el de la salvación de todos los hombres, judíos o paganos. Este es el tema fundamental de la carta a los Romanos, y por eso esta doxología o himno final tiene en cuenta toda la teología de la carta a los Romanos, expresada ya desde 1,16-17. En este sentido, pues, el evangelio, que es Jesucristo, nos revela el misterio de la salvación de Dios. Y este evangelio comienza desde que es “hijo de David” (Rom 1,3), es decir, desde la Encarnación y nacimiento de Jesús para lo que nos preparamos en Adviento.

Evangelio: Lucas (1,26-38): María, en manos de Dios

III.1. El evangelio de la “anunciación” viene a llenar una laguna, algo que muchos echan de menos en el evangelio de Marcos. Por eso, en el último domingo de Adviento se recurre al tercer evangelio, que es el único que nos habla de María como la auténtica mujer profética que va perfilando, con sus gestos y palabras, lo que posteriormente llevará a cabo su hijo, el Hijo del Altísimo con que se le presenta en la anunciación. Esto ocurre así, en la liturgia de hoy, previa a la Navidad, porque si Juan el Bautista es una figura iniciadora de este tiempo litúrgico, es María la figura que lleva a plenitud el misterio y la actitud del Adviento. El relato de la anunciación de Lucas no se agota en una sola lectura, sino que siempre implica una novedad inagotable. Esta mujer de Nazaret (aldea desconocida hasta entonces en la historia) será llamada por Dios, precisamente para que ese Dios sea el Enmanuel, el Dios con nosotros, el Dios humano. (cf también el comentario a este texto en la Fiesta de la Inmaculada).

III.2. No obstante, Dios no ha querido avasallar desde su grandeza; y, para ser uno de nosotros, ha querido ser aceptado por esta mujer que, en nombre de toda la humanidad, expresa la necesidad de que Dios sea nuestra ayuda desde nuestra propia sensibilidad. El papel de María en esta acción salvadora de Dios no solamente es discreto, sino misterioso. Ella debe entregar todo su ser, toda su feminidad, toda su fama, toda su maternidad al Dios de los hombres. No se le pide un imposible, porque todo es posible para Dios, sino una actitud confiada para que Dios pueda actuar por nosotros, para nosotros. No ha elegido Dios lo grande de este mundo, sino lo pequeño, para estar con nosotros. María es la que hace sensible y humano el Adviento y la Navidad.

III.3. En este texto de la “anunciación” vemos que a diferencia de David, piadosillo, pero interesado, es Dios quien lleva la iniciativa de construirse una “morada”, una casa (bayit), una dinastía, en la casa de María de Nazaret, una mujer del pueblo, de los sin nombre, de los sin historia. El ángel Gabriel que antes había sido “rechazado” de alguna manera en la liturgia solemne del templo por el padre de Juan el Bautista, que era sacerdote, es ahora acogido sencilla y humildemente por una mujer sin título y sin nada. Aquí sí hay respuesta y acogida y aquí Dios se siente como en su casa, porque esta mujer le ha entregado no solamente su fama y su honra, no solamente su seno materno, sino todo su vida y todo su futuro. Es ahora cuando se cumple la profecía de Natán (“Dios le dará el trono de David, su padre”), pero sabemos que será sin dinastía ni títulos reales. (Fray Miguel de Burgos Núñez O.P.)





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