domingo, 8 de octubre de 2017

DOMINGO 27º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Por sus frutos los conoceréis”

“Por sus frutos los conoceréis”. Los textos de este domingo nos sitúan en esa clave. Somos como un viñedo plantado con cariño y esmero por la mano de Dios. De nosotros espera buenos frutos. Pero no siempre cuando llega la hora de recolectar, encuentra Dios buenas uvas. Lamentablemente los frutos, nuestros frutos, no siempre son los esperados.

Vivir nuestra vida alimentándola de todo lo que hay de verdadero, justo y noble, de lo que en el camino de la vida encontramos de bondad y auténtica alegría, nos ayudará a dar los buenos frutos. Escuchar a las voces de los auténticos testigos, aquellos que son amigos de Dios, nos orientará.

Si, además, nos toca cuidar de la viña plantada por Dios, nos vendrá bien no olvidar que somos sólo viñadores, cuidadores, servidores del Pueblo de Dios, compañeros de camino, que apuntan con su vida a aquel que es el dueño de la viña: Dios mismo.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SUPALABRA.

I LECTURA

En este lamento, el Señor describe que el amor que depositó en su pueblo no fue correspondido. Ese abandono hará que el pueblo sufra mucho, no porque Dios los haga sufrir, sino porque han desaprovechado la oportunidad de vivir fraternalmente la Ley que Dios les ha regalado.

Lectura del libro de Isaías 5, 1-7

Voy a cantar en nombre de mi amigo el canto de mi amado a su viña. Mi amigo tenía una viña en una loma fértil. La cavó, la limpió de piedras y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre en medio de ella y también excavó un lagar. Él esperaba que diera uvas, pero dio frutos agrios. Y ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, sean ustedes los jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Si esperaba que diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios? Y ahora les haré conocer lo que haré con mi viña; quitaré su valla, y será destruida, derribaré su cerco y será pisoteada. La convertiré en una ruina, y no será podada ni escardada. Crecerán los abrojos y los cardos, y mandaré a las nubes que no derramen lluvia sobre ella. Porque la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación predilecta. ¡Él esperó de ellos equidad, y hay efusión de sangre; esperó justicia, y hay gritos de angustia!
Palabra de Dios.


Salmo 79, 9. 12-16. 19-20

R. La viña del Señor es su pueblo.

Tú sacaste de Egipto una vid, expulsaste a los paganos y la plantaste; extendió sus sarmientos hasta el mar y sus retoños hasta el Río. R.

¿Por qué has derribado sus cercos para que puedan saquearla todos los que pasan? Los jabalíes del bosque la devastan y se la comen los animales del campo. R.

Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el retoño que tú hiciste vigoroso. R.

Nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. ¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados! R.


II LECTURA

¿Por qué dice san Pablo que nada debe preocuparnos? No porque seamos irresponsables, sino porque presentamos a Dios nuestras vidas a cada momento. De esa manera comprendemos que Dios quiere nuestro bien, nos entregamos a su amor, y la paz llena nuestro corazón.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 4, 6-9.

Hermanos: No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús. En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos. Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes.
Palabra de Dios.

ALELUYA                  Cf. Jn 15, 16

Aleluya. “Yo los elegí del mundo, para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero”, dice el Señor. Aleluya.


EVANGELIO

 “El provocador de Jesús de Nazaret les pregunta un tema hermenéutico a aquellos cuyo poder está centrado en el monopolio interpretativo de las Escrituras: '¿No han leído nunca en las Escrituras?'. Allí está el debate centrado en dos formas diferentes de lectura. Estamos frente a la paradoja permanente de la forma de actuar de Dios. Aquellas personas que los líderes religiosos rechazan ahora serán la piedra angular de todo el sistema de fe. El Reino de Dios ya no les pertenece a quienes no comprenden esta paradoja” (L. Orlov, www.pastoralsida.org).

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 21, 33-46

Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “Escuchen esta parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: ‘Respetarán a mi hijo’. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: ‘Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia’. Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?”. Le respondieron: “Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo”. Jesús agregó: “¿No han leído nunca en las Escrituras: ‘La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?’ Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos”. Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

El evangelio de hoy vuelve nuestra mirada sobre una imagen utilizada en diversos momentos por los textos bíblicos: es la imagen del Pueblo de Dios como una viña.

Los textos nos narran, como en varios actos, el drama de esta viña, una historia entretejida de amor y traición, de esperanza y desencanto, de ternura y misericordia, de violencia y ambición. Es nuestra propia historia.

A esta viña se refiere, en primer lugar, el texto de Isaías que escuchamos en la primera lectura. Como en un primer acto de esta historia, se nos cuenta su origen. La imagen es entrañable: Dios ha cavado con esmero la tierra, quitado los cantos que pudieran impedir el crecimiento de las plantas y plantado buenas cepas. De este viñedo, se dice que era “su plantel preferido”. Nos recuerda, cómo no, ese estribillo que acompaña cada uno de los actos del Dios creador: “y vio Dios que era bueno”. Nos muestra también el amor de Dios por su viña, la esperanza que pone en ella. Es, nos dice el narrador, el canto del amor de Dios a su viña. Y ese es siempre el punto de partida: estamos plantados en esta tierra, en este momento histórico, en esta comunidad cristiana, como buenas cepas, como plantel preferido de Dios. Participamos de la bondad de todo lo creado y del amor sin límites del creador. Y ese es nuestro punto de apoyo frente a toda desesperanza, frente a cualquier visión pesimista.

Esta confianza en el Dios que no sólo planta su viña, sino que también cuida de ella, es la que refleja la carta a los Filipenses: Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica con acción de gracias, vuestras peticiones serán presentadas a Dios. Y la paz de Dios custodiará vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Pero no cabe caer en el optimismo facilón. El texto de Isaías narra con palabras desgarradoras el desencanto del viñador ante la falta de frutos de la viña por él plantada: “¡qué más podía haber hecho por su viña? ¿por qué esperando que diera uvas dio agrazones?” Nuestra vida, nuestro trato con los demás, tiene a veces más sabor a amargura que a dulce mosto. Es un hecho: los frutos, nuestros frutos, muchas veces no se corresponden con lo que Dios ha sembrado. Donde Dios esperaba justicia y derecho, nos encontramos con violencia y abusos… algo ha pasado. Se ha quebrado esa relación amistosa entre el viñador que cuida y espera lo mejor de la viña y la viña por él plantada, llamada a confiar incondicionalmente en su hacedor.

El propio texto de Filipenses nos da una pista, para no perdernos en la maraña de mensajes que recibimos cada día prometiéndonos caminos de felicidad que terminan dando frutos que más se parecen a amargos agrazones que a uvas de las que sacar los mejores mostos: “Todo lo que es verdadero, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta”. En un mundo en que con frecuencia se valora el éxito y el poder más que el servicio, la agresividad más que la bondad… Pablo nos pone ante nuestra mirada lo que de verdad importa, aquello que hemos de buscar y valorar por encima de todo: bondad, amabilidad, virtud… Aunque no esté de moda.

Pablo se atreve incluso a ponerse a sí mismo y su mensaje como faro para no perder el norte: “lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis visteis en mí,  ponedlo por obra”. La autoridad de Pablo en este caso es la del testigo, la de quien no sólo se ha encontrado con Cristo, sino que también ha dado la vida por Él y por los suyos. Es la autoridad del que vive aquello que predica. He aquí la clave de los que son auténticos pastores en contraste con los asalariados que, como nos narra el texto evangélico, no sólo se hacen dueños de la viña, sino que desconocen al Aquel que les ha encargado de su cuidado, a sus enviados y a su propio Hijo.

Apropiarse de la comunidad cristiana: ocupar el lugar de Dios, hacernos jefes, señores de la comunidad… dueños de ella, únicos interpretes de lo que es justo, aduaneros que en lugar de acoger al que llega, filtran entre puros e impuros... es olvidar que somos todos parte de la viña, cepas plantadas cuidadosamente por el Señor, que, al  fin y al cabo, lo que espera de todos nosotros son frutos de amor.

ESTUDIO BÍBLICO

I Lectura: Isaías (5,1-5): Una viña muy amada

I.1. La I Lectura de este domingo es una de las composiciones de más envergadura profética para hablar al pueblo y del pueblo. El gran maestro de la profecía de Judá y Jerusalén (s. VIII a. C.) comienza por este poema, canto o trova, a meterse de lleno en las entrañas de esa comunidad del pueblo elegido para poner sobre la mesa los sentimientos de Dios, sus profundas entrañas de búsqueda del pueblo amado. A pesar de la artificialidad con que en los cantos se eligen palabras y símbolos, en el caso del profeta no se trata de simple poesía, porque la poesía es sentimiento puro, y en Isaías, teología pura.

I.2. Este es el canto del amigo (se entiende que es el profeta), como cuando se habla del amigo del esposo, que canta un canto de amor. El amigo -"esposo de la viña"- ha mimado la viña: con lo que se expresa todo lo que Dios ha hecho con el pueblo elegido desde que lo liberó de Egipto y se hizo con él una Alianza. Puede resultar extravagante que el amigo tenga por esposa una "viña", pues eso es lo que hay que precisar en primer lugar. Una viña no puede tener sentido si no fuera porque es el "símbolo" de un amor verdadero, ¡cómo aman y miman los campesinos sus viñas! La imagen está lograda hasta el punto que la artificialidad logra su cometido. El pueblo de Israel, pueblo de origen pastoril, errante, esclavo, llega a sedentarizarse en un lugar, en una tierra, que es un don, y plantan viñas y huertas. ¡Así es de verdad la libertad campesina! La identificación entre el pueblo y la viña es patente.

I.3. ¿Qué más puede hacer un Dios por un pueblo? ¿Qué ha sucedido para que la viña no produzca buen fruto? Para entender todo eso debemos leer el libro de Isaías desde el comienzo hasta este momento, porque ahí describe el profeta lo que ha pasado: buscan otros dioses, buscan en la naturaleza y la fertilidad lo que viene de Dios; los poderosos han implantado la injusticia; Jerusalén, centro de la religión, no cuida de los desgraciados, de los huérfanos, de las viudas; la ciudad vive del soborno y el robo de unos pocos que se enriquecen. Antes, errantes, peregrinos por el desierto, probablemente eran más solidarios. Los sufrimientos compartidos, solidarizan. Pero las cosas han cambiado.

I.4. El poema de la viña es la expresión poética de lo que se ha descrito previamente con palabras más duras. Pero no olvidemos, como dice el profeta, que este es un canto de amor. Es la forma que Dios tiene, por medio de su amigo el profeta, de hablar al corazón del pueblo, como la amada al amado. Es decir, esto se afirma, se expresa, porque se ama de verdad y porque se espera una respuesta. Hay reproches, incluso amenazas, porque si la persona amada no responde ¿qué puede suceder? Las viñas se cortan y se plantan otras cosas.

IIª Lectura: Filipenses (4,6-9): La comunidad cristiana, viña del Señor

II.1. Es verdad que el texto de Filipenses debería estar precedido por el anuncio de la alegría y de la presencia inmediata del Señor (vv. 4-5), que justifican a todos los efectos las exhortaciones de la lectura de hoy de cómo esperar y vivir ese momento como una verdadera comunidad cristiana. No obstante la lectura se centra en la praxis verdadera de oración y confianza cara al futuro, en no tener miedo pase lo que pase. En este sentido podemos tener muy en cuenta lo que se nos dice que esos versículos mencionados (que se leen en Adviento.

II.2. No obstante podríamos considerar que la lectura en sí, es la contrarréplica a lo que el profeta Isaías ha descrito sobre la viña del Señor. Ahora Pablo está hablando de lo que debe ser una comunidad cristiana en el mundo. El valor simbólico y teológico de la viña del Señor sigue estando presente. Digamos que en una descripción práctica de la calidad del fruto de la viña; ésta debe identificarse en el mundo por la alegría, la comprensión, la paz en el corazón y en la mente, porque si no se tiene paz interior, profunda, iremos a la guerra y justificaremos la violencia. Y además: la verdad, lo justo, la limpieza de corazón. En definitiva, hacer el bien siempre y en todo momento. Esto es lo que el profeta pedía a la viña del Señor y esto es lo que Pablo pide a la comunidad cristiana.

Evangelio: Mateo (21,33-43): Dios, ha plantado una viña, una comunidad, nueva

III.1. El evangelio nos propone la parábola de los viñadores homicidas y está en continuidad con los textos del evangelio de Mateo que muestran las polémicas de Jesús con los dirigentes judíos antes de la pasión, viniendo a poner el punto final de una polémica que comenzó en Galilea. Aunque la parábola está tomada de Marcos (12,1-12), el primer evangelio nos propone algunos matices que llevan el texto a una densidad polémica contra el judaísmo, que extraña sobremanera en este evangelio de Mateo, tan propicio a asumir lo mejor de la teología veterotestamentaria y judaica.

III.2. En la redacción y sentido de esta parábola juega un papel importante la reflexión sobre el Sal 118,22-23. Se identifica claramente a los viñadores con los jefes del pueblo. El "vosotros" del v. 43 indica que los dirigentes religiosos del judaísmo, rechazando a Jesús, han perdido su última oportunidad de dar a Dios lo que correspondía y, de esa forma, han arrastrado a todo el pueblo en su infidelidad como aparecerá claramente en el juicio ante Poncio Pilato (cf Mt 27,20-25). La segunda parte de la sentencia anuncia el traspaso de la viña que no se hará a "otros dirigentes" sino a un nuevo "pueblo que produzca frutos" (v. 43). Esto es importante para entender esta parábola, no solamente porque los cristianos debemos rechazar todo antisemitismo, sino porque es verdad que la decisión final de condenar a Jesús estuvo en manos de "dirigentes" ciegos para ver e imposibilitados para acoger palabras proféticas como las de Jesús sobre Dios y sobre el Reino.

III.3. Esta parábola, con sus transformaciones en la comunidad cristiana después de la pasión de Jesús, es una puerta abierta siempre a la conversión, a la esperanza. Los hombres que en tiempos de Jesús aguardaban, entonces, que se diera en su generación la irrupción de un mundo nuevo e inaudito, se percataron de que aquella parábola iba por ellos y no quisieron aceptar que el tiempo nuevo había llegado con aquél profeta que hablaba de aquella manera. Quien entiende que esta parábola nos introduce en un mundo donde sólo hay vida cuando no se vive a costa de otras vidas, habrá dado con esa puerta abierta a la esperanza, a la fraternidad, a la paz y a la justicia. Sabemos que la realidad última, para la fe cristiana, es Dios mismo, pero como Dios Padre de todos los hombres. Era el Padre de Jesús, el profeta de Nazaret, y ese Dios, cuando se asesina a cualquier hombre, siente en sus entrañas lo que sintió con la muerte de Jesús. También esta parábola de Jesús es un canto de amor por la vida.


III.4. Pero no podemos evitar sacar conclusiones muy significativas para ahora y para todos los tiempos. La religión que mata o permite guerras en nombre de Dios, no es exactamente "religión", religación a Dios. Por eso esta es una parábola que debe leerse clara y contundentemente contra los fundamentalismos religiosos que amenazan tan frecuentemente a los pueblos y a las culturas. No hay apologética capaz de defender a "nuestro Dios" con la muerte de los otros, porque en todos esos asesinados, Dios mismo está muriendo. Y si Jesús fue eliminado, creyendo los dirigentes que daban gloria a su Dios, se encontraron con que esa muerte se ha convertido en la "piedra angular" de una religión nueva de amor y de paz. Y los asesinos fundamentalistas, pues, quedarán sin Dios y sin religión. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario