domingo, 27 de enero de 2019

DOMINGO 3º DEL TIEMPO ORDINARIO


“El Espíritu del Señor está sobre mí”

La comunidad cristiana se reúne el domingo, Día del Señor, para hacer “memoria” de su Palabra, de su Amor y de las consecuencias que se derivan de esta generosa entrega. Acudimos a celebrar que Jesús, el Señor, vive en medio de nosotros y hace, mediante su presencia, que todos nosotros seamos un signo vivo de su presencia viva. No podemos desconectarnos de Él como tampoco de la realidad en la que estamos insertos y de la que somos gestores también.

Este encuentro semanal con el Señor nos permite tener la mente abierta y el corazón también, para poder comprender el sentido nuevo de la historia de la Humanidad y de la historia personal. En ambas no sólo nos acompaña Jesús sino que actúa también. Su presencia dinámica nos desbloquea e impulsa a remover todo lo que impide al ser humano ser verdaderamente humano. Y esto sólo puede manifestarse a través de la comunión con Él y con todos los hombres. No cabe para un bautizado la ambigüedad ni en actitudes ni tampoco en sus obras.

Escuchar su palabra y compartir la acción de gracias nos hace a todos uno con Cristo y de este modo nuestra existencia, como la suya, revela un proyecto a favor de todas gentes en conformidad con el plan del Padre. Tengamos los oídos abiertos y estemos disponibles siempre.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

El sacerdote Esdras busca enfrentar un desafío: el pueblo ha retornado de su exilio de tierras lejanas y necesita recomponer su identidad. Por eso, la Palabra de Dios será el comienzo para enfrentar esta nueva etapa. Al escuchar la Palabra, el pueblo tiene que celebrar por la nueva oportunidad que tiene. Es un tiempo de fiesta y alegría, pero también de solidaridad, porque, quien tiene en abundancia, debe compartir con quien no la tiene para que ambos puedan festejar unidos. Hermosos caminos para reconstruir una patria.

Lectura del libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10

El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la Asamblea, compuesta por los hombres, las mujeres y por todos los que podían entender lo que se leía. Era el primer día del séptimo mes. Luego, desde el alba hasta promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante la puerta del Agua, en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley. Esdras, el escriba, estaba de pie sobre una tarima de madera que habían hecho para esa ocasión. Abrió el libro a la vista de todo el pueblo –porque estaba más alto que todos– y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: “¡Amén! ¡Amén!”. Luego se inclinaron y se postraron delante del Señor con el rostro en tierra. Los levitas leían el libro de la Ley de Dios, con claridad, e interpretando el sentido, de manera que se comprendió la lectura. Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: “Este es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren”. Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley. Después añadió: “Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden una porción al que no tiene nada preparado, porque este es un día consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes”.

Palabra de Dios.

Salmo 18, 8-10. 15

R. Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida.

La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.

Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R.

La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.

¡Ojalá sean de tu agrado las palabras de mi boca, y lleguen hasta ti mis pensamientos, Señor, mi Roca y mi redentor! R.

II LECTURA

El bautismo nos hace iguales, y nuestras vocaciones y carismas particulares nos distinguen. Entre todos, construimos y hacemos crecer nuestras comunidades, cuidando a los más débiles y colaborando con las dificultades de los más vulnerables.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 12, 12-30 (Breve: 1Cor 12, 12-14. 27).

Hermanos: Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo

–judíos y griegos, esclavos y hombres libres– y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. El cuerpo no se compone de un solo miembro sino de muchos. Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo.
Palabra de Dios.

ALELUYA         Lc 4, 18

Aleluya. El Señor me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos. Aleluya.

EVANGELIO

“Esta es la misión de Cristo, llevar la buena noticia a los pobres, a los que sólo reciben malas noticias, a los que no sienten más que el atropello de los poderosos, a los que ven pasar por encima de ellos, las riquezas que hacen felices a otros. Para estos viene el Señor, para hacerlos felices y decirles: no ambicionen, siéntanse dichosos y ricos con el gran don que les trae el que siendo rico se hizo pobre para estar con ustedes y saber que la mejor felicidad es compartir la alegría que Dios siente, con sus pobres”.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido. Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Acabadas las manifestaciones que el ciclo de Navidad encierra, a saber: Manifestación a los pobres (pastores); manifestación a los gentiles (Magos); manifestación a Israel (Jordán). Siguió, el domingo pasado la manifestación a los discípulos en las bodas de Caná, continuará a lo largo de todo el tiempo ordinario, manifestándose de una forma distinta, a través de las enseñanzas y señalando cómo se ha cumplido en Él todo lo que encerraba la ley, salmos y  profetas.

1/ Hoy escuchamos a Nehemías decir: “El gozo en el Señor es nuestra fortaleza.” Una referencia a lo vivido por el antiguo pueblo de Dios con ocasión del hallazgo del libro de la Ley. Ocasión festiva y de comunión: No hagáis duelo ni lloréis. La razón no es otra que lo excepcional de ese día consagrado al Señor. La comunidad cristiana es convocada para vivir en la alegría que nace del encuentro con Jesús, muerto y resucitado. Una alegría que nadie puede arrebatar. La produce su presencia y su palabra. Una experiencia de comunión con El y con los hermanos. La Palabra proclamada llega a nosotros como fuente de Vida y recibida con sentido de responsabilidad, ilumina la propia existencia y la de toda la humanidad, pues ella es la luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. Conviene resaltar: “Los levitas leían  el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura”. La comprensión de lo escuchado resulta imprescindible para que oriente la vida de cada uno y cada comunidad.

2/ Pablo en la primera Corintios destaca la consecuencia de la comunión con Cristo: “bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo”. Tomando la experiencia inmediata de la diversidad de miembros y funciones en el cuerpo humano, su unidad, remite seguidamente a la experiencia mística y sacramental: la unidad de todos en Cristo y con Cristo, el cuál es Cabeza de todos nosotros. Una llamada a caer en la cuenta de la riqueza que ha sido depositada en la comunidad cristiana por variedad de dones otorgados. Tomar conciencia de los que cada uno ha recibido y para qué los ha recibido es ineludible. Se trata de enriquecimiento personal en función del bien común, pues si Cristo al despojarse de todo a todos nos ha enriquecido, no podemos proceder de modo distinto. Señala el Apóstol que todo ha ocurrido conforme a lo querido y dispuesto por Dios. Queda, por tanto, descalificada y sin sentido la expresión común: nadie es imprescindible en esta vida. Cierto, porque todos somos necesarios en conformidad con el plan de Dios. Al conceder a cada uno dones según su Voluntad, ha querido el Padre que compartiendo seamos enriquecidos y reconozcamos que nadie puede ser excluido, pues ello conlleva el consiguiente empobrecimiento. Eso no lo quiere Dios.

3/ Si algo necesitamos llevar a cabo, para aprovechamiento de los bautizados, es un “itinerario espiritual” que facilite el crecimiento en la vida conforme al Evangelio. Lucas nos deja un ejemplo excepcional en su catequesis ofrecida al ilustre Teófilo. Una catequesis en dos partes: Evangelio y Hechos, redactada en forma precisa y meditada, para formar a esta persona. Dice él: “Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden”. De alguna manera organizando sistemáticamente toda la información sobre los hechos ocurridos, yendo más allá de una historia, ofrece a Teófilo una guía para su madurez cristiana y de modo que se pueda evaluar la propia andadura en el seguimiento de Cristo. La intención del evangelista, como lo fue para Tomás de Aquino con la Suma Teológica (ambos dan la razón del por qué de la obra), es el aprovechamiento del discípulo. Por lo tanto se trata de ajustarse a una necesidad y hacerlo en forma adecuada para que pueda ser asimilada la enseñanza por el discípulo. Lucas sitúa el comienzo en un espacio geográfico: Galilea (país de Zabulón y Neftalí, la gentilidad); la sinagoga como lugar de encuentro, oración y formación de la comunidad judía, en su morada, Nazaret; el sábado, día dedicado al Señor y el momento de escuchar la Escritura y ser parte de ella. Jesús proclama el texto de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me han ungido”. Detalla el texto la misión y destinatarios. Luego afirma contundentemente: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.

Al no ser meros observadores, sino destinatarios y al mismo tiempo colaboradores de la evangelización, lo que Lucas nos señala es el modo de proceder y la necesidad de situarse en la misión. La situación que vivimos; el lugar en el que estamos; las circunstancias que concurren, reclaman del bautizado y de la comunidad d bautizados, asumir que el mismo Espíritu por el que fuimos incorporados a Cristo, nos impulsa a proclamar el año de gracia del Señor. Y toca ser proclamadores de buenas noticias, del año de gracia del Señor. Propiciar que las gentes puedan reconocer que se ha cumplido también en ellos la Escritura.

ESTUDIO BÍBLICO.

El Evangelio: Una Buena Noticia de Salvación

I Lectura: Nehemías (8,1-10): La identidad de un pueblo en la Ley

I.1. La primera lectura está tomada del libro de Nehemías (8,1ss) y se quiere poner de manifiesto que cinco siglos antes el escriba Esdras había inaugurado la praxis de leer la Palabra de Dios, en esta caso la Torah (el Pentateuco), que es lo que le dio identidad a este pueblo después del destierro de Babilonia. Este es un dato incontrovertible, el pueblo de Israel tiene su identidad en la fidelidad a la Torah y de ahí nacerá el judaísmo como religión que llegará a nuestros días. Es solamente después del destierro de Babilonia cuando se puede hablar de la Torah como elemento determinante. Ni siquiera en tiempos de Josías, con su reforma y el descubrimiento del libro del Deuteronomio en el templo podíamos hablar de que ya existiera.

I.2. Es esto lo que ha creado el tópico de la “religión del libro” en el judaísmo que tiene su parte de verdad, aunque requiere sus matices. En el fondo, la descripción de la lectura de hoy es propia de una época que quiere exaltar un momento determinado. De hecho, si los sacrificios y holocaustos fueron muy importantes en la religión de Israel, la lectura y meditación de la Ley va a convertirse en el primer elemento de identidad de un buen judío. Esto sigue siendo hoy determinante. Y debemos decir que es una aportación religioso-cultural del judaísmo que tiene un gran valor. Es la espiritualización de una religión, donde ya no se ven de igual manera los sacrificios de animales, aunque se seguirá practicando hasta la destrucción de templo de Jerusalén por los romanos en el a. 70 de la C. E. Pero la identidad del nuevo pueblo no radica en la Ley, sino en el evangelio de Jesucristo, que es más liberador y más humano. Los cristianos leeremos el evangelio como identidad, no la Torah, porque entre una cosa y otra existe una diferencia profética.

II Lectura: 1Corintios (12,12-30): La diversidad vivida en comunión

II.1. La lectura segunda, vuelve sobre la 1ª Carta a los Corintios como relato continuo que se va a ir desmenuzando estos domingos. Para explicar la distribución de los dones y la necesidad de un buen funcionamiento de los diversos servicios y ministerios, recurre a un símil: la Iglesia, la comunidad, es como el cuerpo (sôma) humano, organismo que no puede subsistir más que gracias a la diversidad de sus órganos y de sus funciones, y que a pesar de su multiplicidad, es una unidad inquebrantable en razón de sus misma diversidad: ¿quien quisiera estar sin manos, o sin pies, o sin ojos, o sin oído? Pues de la misma manera sucede con el cuerpo de Cristo, con la comunidad cristiana. La fuerza de su argumentación sobre la metáfora del cuerpo no es otra que la unidad y la pluralidad. Pues lo que sucede en el cuerpo, dice Pablo, “así es también en Cristo” para dar a entender la unión entre Cristo y la Iglesia. La Iglesia debe estar en Cristo y es su “cuerpo”.

II.2. Unos valdrán más que otros; unos pueden estar más preparados que otros; algunos gozar de una mayor dignidad; pero todos unidos forman la unidad del cuerpo de Cristo. Eso significa que en la Iglesia no podemos prescindir de nadie. Porque, como en el cuerpo humano, si un miembro sufre, todos sufren y todos nos necesitamos. Ese pluralismo en la unidad –que no uniformidad-, debe ser tenido muy en cuenta a la hora de saber vivir la experiencia cristiana en la Iglesia. El “vosotros sois el cuerpo de Cristo” es una afirmación que tiene su sentido en el contexto en que está hablando Pablo: los distintos carismas, servicios y actuaciones en la Iglesia. Esto, a su vez significa que el papel que cada uno juegue en la comunidad cristiana no es para sentirse superior a otros. La pluralidad se cura en la unidad, sin llegar a ser unificación de vida o de ideas; y la pluralidad se cura, como veremos en otro momento (1Cor 13), con la caridad.

Evangelio: Lucas (1, 1-4; 4, 14-21): La fuerza liberadora del evangelio

III.1. La lectura del evangelio se introduce con un prólogo (Lc 1,1-4) en el que el evangelista expone el método que ha seguido para componer su obra: ha usado tradiciones vivas, orales y escritas, e incluso, sabemos hoy, que ha usado el evangelio de Marcos como fuente. No quiere decir que lo siga al pie de la letra aunque, en grandes bloques, le sirve como estructura. Lo que sí está claro es que Lucas, con su mentalidad occidental, cuidadosa, historicista (en lo que cabe en aquella época) se ha informado cuanto ha podido para escribir sobre Jesús de Nazaret. No obstante, su obra no es la “historia de Jesús”, una historia más, sino que, como en el caso de Marcos, es el evangelio, la buena noticia de Jesús lo que importa. Por eso, en realidad, la lectura del evangelio tiene su fuerza en el episodio de Jesús en la sinagoga de Nazaret, donde se había criado (Lc 4, 14-21), después de presentarlo como itinerante en la sinagogas de Galilea, donde se comenzó a escuchar esa buena noticia para todos los hombres.

III.2. Es ya significativo que el evangelio no se origina, no aparece en Jerusalén, sino en el territorio que, como Galilea, tenía fama de influencias paganas y poco religiosas, de acuerdo con las estrictas normas de Jerusalén. De ahí el dicho popular: “y todo comenzó en Galilea”. Lucas, no obstante, concederá mucha importancia al momento en que Jesús decide ir hacia la capital del judaísmo, (9,51ss) ya que un profeta no puede evitar Jerusalén. Y Lucas es absolutamente consciente que Jesús es el profeta definitivo de la historia de la humanidad. Así nos lo presenta, pues, en ese episodio de la sinagoga del evangelio de hoy: dando la gran noticia de un tiempo nuevo, de un tiempo definitivo en que aquellos que estaban excluidos del mensaje salvífico de Dios, son en realidad los primeros beneficiarios de esa buena nueva.

III.3. El relato de la sinagoga de Nazaret, lo que leemos hoy (4,14-21) es una construcción muy particular de Lucas; una de las escenas programáticas del tercer evangelista que quiere marcar pautas bien definidas de quién es Jesús y lo que vino a hacer entre los hombres. Eso no quiere decir que la escena no sea histórica, pero está retocada por activa y por pasiva por nuestro autor para lograr sus objetivos. Es el programa del profeta de Galilea que viene a su pueblo, Nazaret y desde la sinagoga, lugar de la proclamación de la palabra de Dios, lanzar un mensaje nuevo. Por ello, el mensaje que nos propone Lucas sobre lo que Jesús pudo decir en Nazaret y en las otras sinagogas se inspira en textos bien precisos (Is 61,1-2; 58,6) que hablan de la buena nueva para los ciegos, cojos, pobres, excluidos o condenados de cualquier raza o condición.

III.4. Resaltemos, pues, que el texto que se lee en la sinagoga,-el que le interesa citar a Lucas-, es un texto profético, aunque también se leía y proclamaba la Ley (había una lectura continua que se conoce como parashâh). El cristianismo, -no olvidemos la primera lectura de hoy-, encuentra su fuente de inspiración más en las palabras de los profetas que en las tradiciones jurídicas del Pentateuco (halaka). Esto no lo podemos ignorar a la hora de entender y actualizar un texto como este que Lucas ha construido sobre la predicación de Jesús en la sinagoga de Nazaret. Jesús era un profeta y el pueblo lo veía como tal. Es eso lo que Lucas quiere subrayar en primer lugar y por eso ha “empalmado dos textos de Isaías para ajustar su mensaje liberador y de gracia.

III.5. Incluso se va más allá, ya que Jesús, como profeta definitivo, corrige las mismas experiencias de los profetas del Antiguo Testamento. En esos textos citados por Lucas se hace caso omiso de la ira de Dios contra aquellos que no pertenecen al pueblo de Israel. Dios, pues, el Dios de Jesús, no ama a un pueblo excluyendo a los otros, sino que su proyecto es un proyecto universal de salvación para todos los hombres. Por eso su mensaje es evangelio, buena nueva. Así concluye el mensaje fundamental del evangelio de este domingo, aunque la escena es mucho más compleja y determinante (no obstante, la continuación de la misma se guarda como lectura evangélica para el próximo domingo). Lo importante está dicho: en Galilea, Jesús profeta, rompiendo el silencio de Nazaret, nos trae la buena nueva a todos los que la anhelamos, aunque seamos pecadores. Nadie está excluido de la salvación de Dios. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).


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