domingo, 3 de febrero de 2019

DOMINGO 4º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Te constituí profeta de las naciones”

La liturgia del día de hoy  hace referencia a la presentación programática del  mensaje  cristiano, esta vez relatado por el evangelista San Lucas que nos presenta a Jesús que como el Profeta  enviado  no solo a los  judíos sino también a los hombres y mujeres abiertos a la escucha de la palabra de Dios. También  la, primera lectura  de Jeremías hace referencia a esta apertura del mensaje cristiano a los gentiles.  Cuando Dios le llama,  le dice. “Antes de  que salieras del seno materno te escogí para que fueras profeta de los gentiles”.

Los profetas trasmiten siempre un mensaje  nuevo, ayudan a enfrentarse  a situaciones nuevas y caducas o viciadas,y anuncian sobre todo la salvación. El evangelio de hoy  presenta Jesús como el Mesías que anuncia, como los antiguos profetas, un tiempo nuevo, un año de gracia para liberar a los oprimidos., Es un lenguaje nuevo que tiene como trasfondo el amor de Dios e invita al seguimiento de Jesús. La clave para esta andadura  está  es ese mismo amor  reflejado en su unigénito  que a lo largo de su vida pública  es  ejemplo de entrega y donación sin límites. Quizás por eso la segunda lectura de este domingo está tomada de la primera carta a los Corintios que  como sabemos  es un  canto al amor   que   San Pablo  escribe no solo a una comunidad cristiana sino a toda la humanidad.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

No hay preguntas, y parece que Jeremías no tiene opción. Dios lo ha elegido, desde siempre, para una tarea que él nunca hubiera imaginado. Por supuesto que aparecerá el miedo, pero tendrá que rechazar aún ese sentimiento humano que nos aparece cuando nos enfrentamos con algo que no podremos manejar o dominar. ¿Qué le queda a este hombre entonces? Confiar solo en Dios, entregarse a él y tener la absoluta seguridad de que Dios lo ha de librar.

Lectura del libro del profeta Jeremías 1, 4-5. 17-19

En tiempos del rey Josías, la palabra del Señor llegó a mí en estos términos: Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones. En cuanto a ti, cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que yo te ordene. No te dejes intimidar por ellos, no sea que te intimide yo delante de ellos. Mira que hoy hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes de Judá y a sus jefes, a sus sacerdotes y al pueblo del país. Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque yo estoy contigo para librarte.
Palabra de Dios.

Salmo 70, 1-4a. 5-6ab. 15ab. 17

R. Mi boca, Señor, anunciará tu salvación.

Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca tenga que avergonzarme! Por tu justicia, líbrame y rescátame, inclina tu oído hacia mí, y sálvame. R.

Sé para mí una roca protectora, tú que decidiste venir siempre en mi ayuda, porque tú eres mi Roca y mi fortaleza. ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío! R.

Porque tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud. En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el vientre materno fuiste mi protector. R.

Mi boca anunciará incesantemente tus actos de justicia y salvación, Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud, y hasta hoy he narrado tus maravillas. R.

II LECTURA

“El amor consiste en lo que se requiere de forma individual, cotidiana y concreta de cada cristiano. Sin embargo, seguir ese camino más eminente, por supuesto que no será posible sin la gracia de Dios y el Espíritu de Cristo.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 12, 31—13, 13

Hermanos: Aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino más perfecto todavía. Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo para hacer alarde, si no tengo amor, no me sirve para nada. El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto. Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí. En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.
Palabra de Dios.

ALELUYA         Lc 4, 18

Aleluya. El Señor me envió a evangelizar a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos. Aleluya.

EVANGELIO

¿Por qué esta gente habría de echar a un hombre que está hablando tan bien de los profetas? El tema son los ejemplos que usa Jesús: tanto Elías como Eliseo, profetas muy queridos por el pueblo, en estos ejemplos aparecen curando a mujeres extranjeras. De esta manera Jesús indica que Dios ha elegido a estos hombres, y a él mismo, para convocar no solo al pueblo de Israel sino también a los extranjeros. Es muy probable que esto haya despertado la ira del auditorio.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4, 21-30

Después que Jesús predicó en la sinagoga de Nazaret, todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: “¿No es este el hijo de José?”. Pero él les respondió: “Sin duda ustedes me citarán el refrán: ‘Médico, sánate a ti mismo’. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaúm”. Después agregó: “Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán, el sirio”. Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Palabra de Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oir

Así empieza   el  relato evangélico que nos propone la liturgia de este domingo, continuación   del evangelio del pasado domingo,   En él veíamos a Jesús en la Sinagoga de su pueblo, Nazaret, interpretando un texto del Profeta Isaías, que viene a ser un diseño de  la figura del  Mesías, Al  volver hoy  sobre el mismo tema, la Iglesia quiere subrayar la importancia del mensaje que el evangelista Lucas propone al inicio de su evangelio,  que viene a ser la presentación de la actividad  pública de Jesús, lo que podríamos llamar el programa de su acción mesiánica.

El relato es el siguiente: Jesús  entra en la sinagoga de Nazaret, es un sábado, y  es invitado a leer un texto de la escritura del profería Isaías (6,1-2) que dice así: El Espiritista Santo está sobre mí, me ha enviado a dar una buena noticia… Jesús se presenta como alguien movido por el Espíritu, no está  motivado  por su propio criterio o por intereses humanos, actúa movido por lo más profundo de su personalidad, se puede  decir que deja que Dios viva y actúe en él. Por eso no es de extrañar el interrogante de  sus paisanos  extrañados, cuando dicen ¿pero no es este el hijo del carpintero?

El texto  habla de  liberar a   los oprimidos y a  los cautivos, de anunciar  la buena noticia a los pobres, de  dar vista a los ciegos y de  proclamar un  año de gracia del Señor. Pero Jesús  abiertamente omite un párrafo de relato del profeta Isaías   que habla del “día de la venganza de nuestro Dios”. La razón es que Jesús al referirse al  Padre quiere desterrar la ambigüedad  del lenguaje de la Escritura antigua,  cargado a veces de  palabras contradictorias, como  bendición y  maldición o  gracia y castigo, ya que no es este el lenguaje nuevo de Jesús  en su evangelio que  viene a mostrarnos  un Padre  cercano, que es Dios y es sobre todo   amor, compasión, gracia y bondad  gratuita.

También Jesús  les hace ver que la liberación  no es exclusiva  para el pueblo judío, sino para todos los hombres de buena voluntad, y para ello cita a dos personajes de la Escritura  que recibieron el favor  del Dios de Israel como fueron la viuda de Sarepta o Naamán el sirio, ambos extranjeros y paganos, para hacer  ver a aquellos buenos galileos que le escuchan,  que Dios también se preocupa por sus hijos aunque no pertenezcan al pueblo elegido  de Israel, porque Dios no se ajusta a nuestros esquemas y discriminaciones, ya que todos somos sus hijos y Él, que es misericordioso, no abandona a nadie

Por todo esto,  el entusiasmo inicial de  sus paisanos se fue cambiando  en rechazo y violencia, hasta el punto de echar a Jesús de la Sinagoga, Lucas nos dice que le empujan hacia un barranco con intención de despeñarlo, pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba. Estas últimas palabras sugieren  una interpretación teológica  por parte del evangelista,  que ve en este hecho una imagen    de la  muerte y resurrección de Cristo como expresión profética  de su misión redentora.

Volviendo al   mensaje programático que Jesús hace de su misión  en la Sinagoga de Nazaret  hay que señalar la  frase final de este relato “Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír”.

Es muy interesante  el detenernos en la primera palabra de esta frase, “Hoy”, porque es una interpelación atemporal dirigida a  todos los creyentes, de entonces y de ahora.. Entenderlo así  es la principal enseñanza que debemos   sacar para entender que sigue vigente su tarea mesiánica “aquí y ahora”.  Es verdad que se realiza en  otro contexto, en  un mundo y una sociedad diferentes, pero el Espíritu  que habitaba en Jesús sigue siendo una  presencia viva “hoy” en los hombres y mujeres de buena voluntad. Esta es la clave de la fe  cristiana y desde ella debemos entender  la “misión” de Jesús de Nazaret  en el mundo que nos toca vivir.

En la segunda lectura  de este domingo  nos encontramos con un texto conocidísimo del apóstol  Pablo a la naciente comunidad de Corinto.  Es una de las páginas más conocidas del Nuevo testamento por la belleza de su contenido que describe los diferentes matices o cualidades del amor, por eso se suele elegir en las celebraciones del matrimonio. Pablo escribe esta carta  por razones muy diferentes a las recomendaciones que podemos ofrecer  a los nuevos esposos, pues en  aquellos días la naciente  Iglesia de Corinto no era precisamente un  ejemplo de amor y armonía fraterna. La comunidad de Corinto no había entendido que el mandato del amor debía ser el sello de aquellos que empezaban a llamarse cristianos. Por eso Pablo,  con cariño pero también con  energía, reprende a sus amigos de Corinto para dejar bien claro que una comunidad que se considere cristiana debe de estar fundamentada en el amor, señalando que entre los valores más apreciados del ser humano está el amor.

Si la liturgia de este domingo nos propone esta lectura de la primera carta a los Corintios es para que los cristianos de hoy, en un contexto  diferente,  trabajemos  por  una sociedad más justa, más fraterna y  liberadora siguiendo el proyecto de Jesús  fundamentado en los valores del evangelio como expresión del amor recibido de   Dios a través de Jesús.

Por eso la caridad, término  que empezó a emplearse por  los primeros cristianos para referirse al amor especial de Dios para con los hombres tenía que llegar  hasta el sacrificio  de dar  la vida por los demás si era preciso, porque era el mandato del Señor, la forma de identificarse con El.  San Juan lo dice así: “Tanto amó Dios al mundo que nos dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Juan, 3:16). Por eso al analizar el proyecto mesiánico de  Cristo  solo se entiende a través del amor.

ESTUDIO BÍBLICO.

Lucharán contra ti, pero no te podrán

I Lectura: Jeremías (1,4-5.17-19): Llamada y misión profética

I.1. La primera lectura de hoy nos refiere la vocación del profeta Jeremías de Anatot en el s. VII a. C. Era un hombre de descendencia sacerdotal, de los sacerdotes de Anatot o levitas, un pequeño pueblo a unos cinco km. al norte de Jerusalén. Jeremías mismo profetizó contra su pueblo (11,21-23), donde compró un campo, que era todo un signo en la situación por la que pasaba el profeta (Jr 32,7-9). Senaquerib lo había conquistado antes de rodear Jerusalén (Is 10,30). Hoy el texto del libro nos habla de la vocación (vv.4-5) y de la misión (vv.17-19). Era un muchacho cuando sintió la “llamada” de Dios para ser profeta de los pueblos, de los gentiles. La vocación profética es un desafío, y en el caso del profeta Jeremías se hace más palpable por la situación tan contradictoria que tuvo que vivir existencialmente ante la catástrofe que se veía venir sobre Judá. Aunque al principio pudiera estar de acuerdo con el joven rey Josías para impulsar la reforma necesaria después de más cincuenta años de abandono y opresión por parte de su abuelo Manasés, Jeremías es un hombre que siente en su vida la fuerza de la palabra de Dios por encima de cualquier proyecto político. El mismo Pablo se inspira en estas palabras de profeta para ilustrar su llamada a ser apóstol de los gentiles (Gal 1,15).

I.2. Un profeta lo es a pesar de él mismo; siente miedo por lo que tiene que vivir en su interior y lo que tiene que comunicar en nombre de su Dios. Sin duda que debe ser así, porque no podrá regalar el oído a nadie. Si fuera verdad que su primera actuación, como defienden algunos, hubiera sido el discurso contra el templo (Jr 7), comprenderíamos la experiencia tan intensa y determinante de su vida. Dios, sin embargo, no admite excusas; llama a quien tiene que llamar, a quien le va ser fiel hasta el final: lo llama para “arrancar y destruir, edificar y plantar”. El profeta no destruye por destruir, sino para convertir. Es un hombre próximo a la teología de Oseas. Jeremías ha sido llamado para entregarse a los demás, o si queremos, para sentir la pasión de la palabra de Dios y entregarla a los demás.

II Lectura: I Corintios (12,31-13,13): El amor será lo eterno

II.1. La segunda lectura es probablemente una de las páginas más bellas que jamás se hallan escrito en la historia de la humanidad, sobre la experiencia más determinante y decisiva de la vida de todo hombre: amar y ser amado. No podemos olvidar que no se habla del amor bello y hermoso de la amistad (filía), cantado por los griegos y todos los poetas. Es una expresión que el cristianismo ha rescatado como algo propio (ágape, de agapáô) y que se ha plasmado con el término “caridad”, una de las virtudes teologales. Y aunque suena mejor el término “amor”  y el verbo “amar” (pues para caridad no existe un verbo directo adecuado), no deberíamos renunciar los cristianos a ese sentido de “caritas”, que está cargado de originalidad. Es el ágape y no solamente la filía, sencillamente porque es un amor sin medida: todo lo perdona y siempre se entrega, aunque no haya respuesta. Por eso, como se lee en la Vulgata “caritas numquam excidit”, el amor no pasa nunca (v.8a). Pablo quiere mostrar el “camino más excelente”, en realidad el “carisma” al que todos deberían aspirar. Ese es el camino, el sendero por el que hay que marcar los criterios de los dones espirituales.

II.2. El apóstol nos habla del amor en el contexto de los carismas de la comunidad de Corinto, que le ha planteado la cuestión de una praxis personal y comunitaria: ¿cuál es el carisma que se debe preferir? ¿qué servicio es el más perfecto en la comunidad? Pablo está hablando a una comunidad donde existe un problema bien manifiesto: el desprecio de los débiles, de los que no valen, de los que no tienen altos vuelos. Por eso mismo el campo de acción del amor en una comunidad cristiana es ejemplificador. Podemos presumir de educación, cultura, intelectualidad, pero eso, que sin duda perfecciona al hombre, no le da los quilates verdaderos para ser más humano y, desde luego, para ser mejor cristiano. Y no se puede pretender ser cristiano para uno mismo y en uno mismo. Eso está descartado previamente. Se es cristiano desde la comunidad y en la comunidad, en la ekklesía o de lo contrario no se es cristiano para nada. Y es precisamente en ella donde no tiene sentido la forma más sutil de egoísmo espiritual. El amor es la fuerza de la comunidad, pero también lo es para que uno mismo sea comunidad. Lo es de cualquier comunidad, pero muy especialmente se debe entender de cualquier tipo o variante de comunidad cristiana. No podemos, pues, menos de pensar que esto que se dice muy en concreto para la comunidad de Corinto, se debe aplicar a la comunidad cristiana matrimonial, que es todo un símbolo y realidad de la comunidad eclesial. Es más, es ahí donde se gesta muy concretamente una de las experiencias más íntimas de la comunidad eclesial.

Evangelio: Lucas (4,21-30): El evangelio liberador, palabra de gracia

III.1. “Esta escritura comienza a cumplirse hoy” (v. 21). Así arranca el texto del evangelio que complementa de una forma práctica el planteamiento que se hacía el domingo pasado sobre la escena-presentación de Jesús en su pueblo, donde se había criado, en Nazaret. Esta escena prototipo de todo lo que Jesús ha venido a hacer presente, apoya que las palabras sobre la gracia, exclusivamente las palabras liberadoras, se convierten en santo y seña de su vida y de su muerte. El “hoy”, el ahora, es muy importante en la teología de evangelio de Lucas. Lo que Jesús interpreta en la sinagoga es que ha llegado el tiempo (cf Mc 1,14) de que las palabras proféticas no se queden solamente “escritura sagrada”. De eso no se vive solamente. Son realidad de que Dios “ya” está salvando por la palabra de gracia.

III.2. El v.22 ha sido objeto de discusiones exegéticas, que actualmente apuntan claramente a entenderlo de la manera siguiente: todos lo criticaban (daban testimonio de él, -martyréô- pero en sentido negativo), a causa de las palabras sobre la gracia. ¿Por qué? Precisamente porque en la cita del texto de Is 61,1-2 (Lc 4,18) han desaparecido aquellas palabras que hacían mención de la ira de Dios contra los paganos. El testimonio de sus paisanos de Nazaret, pues, no es favorable sino adverso. Y es contrario porque Jesús se atreve a anunciar la salvación, no solamente de su pueblo, sino del hombre, de cualquier hombre, de todos. Los ejemplos posteriores –después del reproche “médico cúrate a ti mismo”-, de Elías y Eliseo en beneficio de personas paganas (no de Israel) vienen a iluminar lo que Jesús ha querido proclamar en la sinagoga de Nazaret. La consecuencia de todo ello no es otra que el intenta de apedrear a Jesús. ¿Por qué? ¿Porque les ha puesto el ejemplo de los profetas abiertos al mundo pagano? ¡Sin duda! Porque ha proclamado el evangelio de la gracia.

III.3. Se ha dicho, con razón, que este es un relato programático. No quiere decir que no sea histórico, que no haya ocurrido una escena de rechazo en Nazaret (así lo muestra Marcos 6,1-6). Pero en Lucas es una escena que quiere concentrar toda la vida y toda la predicación de Jesús hasta el momento de su rechazo, de su juicio y de su muerte. Nazaret no es solamente su patria chica; en este caso representa a todo su pueblo, sus instituciones, su religión, sus autoridades, que no aceptan el mensaje profético de la gracia de Dios que es y debe ser don para todos los hombres. Lucas ha puesto todo su genio literario, histórico y teológico para darnos esta maravilla de relato que no tiene parangón. Todo lo que sigue a continuación, la narración evangélica, es la explicitación de lo que sucede en esta escena.

III.4. Jesús, como Jeremías, ha sido llamado para arrancar de la religión de Israel, y de toda religión, la venganza de Dios, y para plantar en el mundo entero una religión de vida. Los ejemplos que Lucas ha escogido para apoyar lo que Jesús hace –lo del gran profeta Elías y su discípulo Eliseo-, muestran que la religión que sigue pensando en un Dios manipulable o nacionalista, es una perversión de la religión y de Dios mismo. El itinerario vital de Jesús que Lucas nos describe en esta escena, muestra que el Reino que a partir de aquí ha de predicar, es su praxis más comprometida. La salvación ha de anunciarse a los pobres, como se ve en la primera parte de esta escena de Nazaret, y ello supone que Jesús, en nombre de Dios, ha venido a condenar todo aquello que suponga exclusión y excomunión en nombre de su Dios. Lucas, pues, sabe que era necesario presentar a Jesús, el profeta de Nazaret, en la opción por un Dios disidente del judaísmo oficial. Eso será lo que le lleve a la muerte como compromiso de toda su vida. Y así se pre-anuncia en el intento de apedreamiento en Nazaret. Pero no es la muerte solamente lo que se anuncia; también la resurrección: “pero él, pasando por medio de ellos, se marchó” (v.30). Esta no es una huida cobarde, sino “entre ellos”, pasando por la entraña de la muerte… se marchó… a la vida nueva. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).



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