domingo, 24 de febrero de 2019

DOMINGO 7º DEL TIEMPO ORDINARIO



“Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”

El domingo pasado el evangelio proclamaba dichosos, alegres y ¡ay de vosotros! Este domingo Lucas invita a dar un paso más en el acercamiento a Dios, y para ello propone llenar el corazón de verdadera misericordia y mostrarla por medio del perdón a todos aquellos que entren en relación, tanto personal, como social (comunitaria), con nosotros.

Viviendo con humildad la misericordia y la compasión de Dios, habitará la limpieza de actitud capaz de demostrar el verdadero perdón que dimana del corazón de todo seguidor –discípulo- de Cristo.

El auténtico perdón no deja lugar ni a la venganza, ni al rencor. Implica un alma noble donde habite la verdadera misericordia. Esta nobleza va acercando al ser humano al “hombre celestial”, como escribe S. Pablo en la segunda lectura de este domingo.

Si David, a pesar de su carga de hombre pecador, fue capaz de no dejarse embargar por el rencor y la venganza, el seguidor del Señor Jesús, da un paso más en el crecimiento de su discipulado. Perdonar hasta dar la vida, si menester fuera.

Cumplirlo, de palabra y de obra, es lo que a Dios le complace (oración colecta), y que además resonará el próximo domingo en la comparación de los buenos frutos –obras- que dan los buenos árboles.


DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

David no atentó contra Saúl porque era el ungido de Dios. Así reconoció un orden superior, por encima de los celos, envidias y odios terrenales. No fue por motivos humanos, sino por su fe en Dios que David no atentó contra la vida de quien en ese momento era su enemigo.

Lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-14. 22-23

Saúl bajó al desierto de Zif con tres mil hombres, lo más selecto de Israel, para buscar a David en el desierto. David y Abisai llegaron de noche, mientras Saúl estaba acostado, durmiendo en el centro del campamento. Su lanza estaba clavada en tierra, a su cabecera, y Abner y la tropa estaban acostados alrededor de él. Abisai dijo a David: “Dios ha puesto a tu enemigo en tus manos. Déjame clavarlo en tierra con la lanza, de una sola vez; no tendré que repetir el golpe”. Pero David replicó a Abisai: “¡No, no lo mates! ¿Quién podría atentar impunemente contra el ungido del Señor?”. David tomó la lanza y el jarro de agua que estaban a la cabecera de Saúl, y se fueron. Nadie vio ni se dio cuenta de nada, ni se despertó nadie, porque estaban todos dormidos: un profundo sueño, enviado por el Señor, había caído sobre ellos. Luego David cruzó al otro lado y se puso en la cima del monte, a lo lejos, de manera que había un gran espacio entre ellos, y empezó a gritar a la tropa y al rey Saúl: “¡Aquí está la lanza del rey! Que cruce uno de los muchachos y la recoja. El Señor le pagará a cada uno según su justicia y su lealtad. Porque hoy el Señor te entregó en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor”.
Palabra de Dios.

Salmo 102, 1-4. 8. 10. 12-13

R. El Señor es bondadoso y compasivo.

Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo Nombre, bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. R.

El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. R.

Cuanto dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados. Como un padre cariñoso con sus hijos, así es cariñoso el Señor con sus fieles. R.

II LECTURA

Todos nos preguntamos ¿cómo será la resurrección? San Pablo contesta presentándonos las figuras de Adán y Cristo. Nuestro cuerpo histórico y terrenal será transformado, a imagen del cuerpo glorioso de Cristo.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 15, 45-49

Hermanos: Esto es lo que dice la Escritura: “El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente”; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida. Pero no existió primero lo espiritual sino lo puramente natural; lo espiritual viene después. El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo. Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial. De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial.
Palabra de Dios.
ALELUYA         Jn 13, 34

Aleluya. “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros, así como yo los he amado”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Hace falta una gran fortaleza y una inmensa confianza en el amor de Dios para estar dispuestos a deponer la respuesta violenta al mal. No por flojera o falta de ánimo, sino como la única manera de construir la paz. Devolver mal por mal sólo lleva a una espiral de violencia incontrolable. Únicamente el amor de Dios actuando en nuestro corazón logrará que amemos a los enemigos.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 27-38

Jesús dijo a sus discípulos: Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes.
Palabra del Señor.


MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Configurar

Hemos de configurar nuestra vida con Jesús, que vivió de forma coherentemente, como parte integradora en su humanidad. Pasó su vida haciendo el bien a los que lo rodeaban, buscando por todos los medios manifestar el verdadero sentido de humanidad. Su trabajo más intenso consistió, en lograr que el grupo de sus seguidores asumiera nuevos criterios de relación y de fraternidad que ayudaran a salir a aquel mundo de la profundidad donde lo habían introducido las tendencias humanas egoístas mal manejadas.

Jesús enseñó una nueva forma de concebir la vida. Esta nueva forma de entender no era simple palabra y predicación vana, alejada de la vida. Él lo ratificó con la suya propia, su comportamiento, sus acciones, mostrando así que es posible un actuar diferente a lo establecido y a la vez hacerlo asimilable como normal dentro de la cultura judía. La forma de ser del Hijo de Dios, puso en conflicto a muchos, en especial a la clase dirigente y a los líderes de la religión que se sentían interpelados por ese actuar libre y sincero.

No está nuestra sociedad mercantilizada -como a veces nuestro compartimiento cristiano-, muy alejada del mismo comportamiento de los convecinos de Jesús. Parece como si Cristo quisiera ir contra los sentimientos “normales” del ser humano, “ojo por ojo y diente por diente” (Éxodo, Levítico, Deuteronomio) o contra la ley de la reciprocidad o la ley de la semejanza (Talión).

Misericordia y gracia

Es Cristo el que rompe esa reciprocidad basada en el “a igual daño, igual reparación” viviendo en primera persona el límite de la gratuidad. Es difícil para el ser humano, se diría casi imposible, de no ser por la gracia de Dios, el “pagar” el mal con bien, y si éste es la vida, es el supremo bien. El ser humano tiende a amar por algún interés a cambio.

El amor “oblativo” que Cristo dio a cambio de no pedir nada, no solo no escandalizó a los de su tiempo, que no podían recompensarlo, sino que llega hasta hoy, impulsando a amar incluso a aquellos que lo devuelvan con la enemistad, la calumnia, la opresión, etc.

Éste amor de pura gracia racionaliza al ser humano poniéndolo por encima de la irracionalidad encargada de crear rencor -ley de la reciprocidad (Talión).

El verdadero amor es el amor “maduro: «Me aman porque amo», y también «Te necesito porque te amo». Este amor siente la necesidad de la unión y el compartir lo que implica la compasión (padecer con) y tiene la potencialidad de engendrar más amor (cf. E. Fromm, “El arte de amar”). Y en palabras de Santo Tomás el amor verdadero crece con la dificultad. Éste es el mayo escoyo del amor y a la vez el mayor índice de “resurrección” del alma humana: perdonar al enemigo.

Realidad y realeza del amor cristiano

Que el amor, el perdón y la misericordia al enemigo sin ánimo ni de venganza ni de odio, puede ser una realidad, lo proclama la primera de las lecturas.

David vivió el amor misericordioso de Yavhé, y ello le llevó a perdonar al ungido del Señor, Saúl que quería acabar con el pequeño pastor.

Si la persona es capaz de que “Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra” es porque le está cuestionando al poner la otra mejilla que su no violencia está por encima del dolor físico. O dicho de otra manera que su amor es un amor madura porque busca el bien ajeno, frente al amor infantil que busca solo satisfacerse.

La unión personal con Dios en la oración, dan esa capacidad que le hacen al ser humano no ser un superhombre por ello sino ser imagen de Dios, lo cual está por encima de la sola humanidad que aspira a una felicidad de rango filosófico, para llegar a la felicidad plena basada en la visión beatífica del Creador.

Conclusión

Pide a Dios que te ayude a superar el amor filosófico, el del superhombre (que suele acabar en un despertar trágico) para llegar al amor pleno, fruto de la misericordia (que es parte de la intimidad divina) para vencer cualquier rencor u odio (poner la otra mejilla si es menester) y así no solo rezarás el padrenuestro sino, y es lo más importante, lo vivirás.




 

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