domingo, 11 de octubre de 2015

DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Vende lo que tienes y sígueme”

Hoy nos encontramos con unas lecturas luminosas. Hablan de alegría, de belleza, de riquezas, de confianza y de sensatez. Como si de un mapa se tratara, van mostrando posibles lugares que pueden ser visitados. Son itinerarios distintos y cada uno de ellos precisa de unas actitudes vitales determinadas, como iremos descubriendo. Al mismo tiempo, en este domingo recordamos, de un modo especial, la apertura del Concilio ecuménico Vaticano II. Las palabras del papa Juan XXIII durante su discurso Gaudet Mater Ecclesia trazaron el itinerario por el cual discurriría la iglesia en los años posteriores. En su discurso señalaba que estábamos al comienzo de algo nuevo que nos invitaba a recorrer de nuevo lo central de la Palabra y de la Tradición. Así afirmaba que de esa adhesión serena y tranquila podríamos encontrar pasos que nos impulsaran a ir hacia adelante, especialmente, a la búsqueda de aquellas personas que viven en zonas oscurecidas y faltas de esperanza.

DIOS NOS HABLA CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

Esta oración se atribuye a Salomón, quien por generaciones ha sido considerado un rey sabio. Que quien tiene poder aspire a la sabiduría es algo que sorprende y nos da esperanzas. Pero también nos debe mantener atentos para discernir que el poder no se debe encerrar en el poder en cuanto tal, sino en abrirse a los demás para encontrar sabiduría en el modo de vivir y gobernar. Este es un buen criterio para discernir acerca de quienes nos gobiernan.

Lectura del libro de la Sabiduría 7, 7-11

Oré, y me fue dada la prudencia, supliqué, y descendió sobre mí el espíritu de la Sabiduría. La preferí a los cetros y a los tronos, y tuve por nada las riquezas en comparación con ella. No la igualé a la piedra más preciosa, porque todo el oro, comparado con ella, es un poco de arena; y la plata, a su lado, será considerada como barro. La amé más que a la salud y a la hermosura, y la quise más que a la luz del día, porque su resplandor no tiene ocaso. Junto con ella me vinieron todos los bienes, y ella tenía en sus manos una riqueza incalculable.
Palabra de Dios.

Salmo 89, 12-17

R. Señor, sácianos con tu amor.

Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. R.

Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida. Alégranos por los días en que nos afligiste, por los años en que soportamos la desgracia. R.

Que tu obra se manifieste a tus servidores, y que tu esplendor esté sobre tus hijos. Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor; que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar la obra de nuestras manos. R.

II LECTURA

¿Dejamos que la Palabra nos llegue al corazón? ¿Le permitimos que nos penetre en lo más profundo de nuestro interior para escuchar al Señor y vivir de acuerdo con lo que ella nos inspira?

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 12-13

Hermanos: La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de Aquel a quien debemos rendir cuentas.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Mt 5, 3

Aleluya. Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Aleluya.

EVANGELIO

“¡Qué bella lección de catequesis le da Cristo al joven ansioso de encontrar el camino de la salvación! Ojalá todos nosotros viniéramos con este espíritu a la misa del domingo: Maestro bueno, ¿qué debemos hacer para salir de esta crisis…? ¿Qué debo hacer yo para ser feliz en medio de tanta desgracia? ¿Qué es lo que me dará la tranquilidad de mi conciencia, de mi familia, de mi sociedad? Y no encontraríamos otra respuesta por primera línea que esta de Cristo: ‘Nadie es bueno más que Dios’.  

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 17-30

Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?”. Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre”. El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Solo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!”. Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”. Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”. Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible”. Pedro le dijo: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Me propuse tenerla por luz

Pocas lecturas reflejan de un modo tan bonito la búsqueda de la sabiduría. Con escasas palabras describe cómo la descubrió y se enamoró de ella. Se habla de la sabiduría como de algo que no se posee, sino que viene, se instala y todo lo transforma. Estamos acostumbradas a pensar que es algo que se tiene, que con el tiempo se acaba adquiriendo y que, como el resto de conocimientos, forma parte de lo que mostramos con orgullo. Sin embargo, esta sabiduría es Dios mismo. Entonces, la Sabiduría es alguien a lo que se tiende, se busca y se desea.

Al igual que para todo tipo de amor, señala el texto que para acercarse es necesario suplicar su atención, invocar su presencia y preferirla por encima de todo. De este modo, su deseo nos lleva a situarla por encima de lo que ya poseemos, de lo que somos e incluso, a costa de exponer nuestra propia salud. Porque la Sabiduría puede convertirse en aquello único que focalice, atraiga y oriente nuestra existencia. Desde esta clave apasionada podemos leer el resto de las lecturas propuestas.

Y toda nuestra vida será alegría

La fuerza de la Palabra reside en que al nombrarla crea espacios posibles, distintos a los que ya existían, permitiendo así que surjan ámbitos novedosos. Por ello, dice la Carta a los Hebreos que su palabra es viva, eficaz, tajante y penetrante. Su capacidad es tal que crea y hace patente aquello que reside en nosotras, en nuestra preferencias e intenciones. Estamos habitadas por la Palabra.

Esta capacidad hace que debamos invertir en ella. Es tan preciosa que hemos de hacer cálculos para obtenerla, desarrollar posibilidades para ganar su favor e invocar su presencia para ganar la vida. En eso consiste el amor, en poner por delante nuestro deseo ante cualquier otra cosa. Su recuerdo, un olor, son suficientes para movilizar nuestro interior de un modo poderoso. Cualquier cosa o situación bastan para volver nuestro ser hacia aquello que amamos. La Sabiduría pasa por encima de todo lo que consideramos bueno, apropiado, verdadero o correcto. El resultado es que invierte nuestras normas, conductas o verdades establecidas de antemano. Su deseo se instala y transforma lo que es valioso y posible, convirtiéndolo en nada, en barro o en sin sentido.

Sígueme

Parece entonces que esta posibilidad se abre a todas las personas. No depende de la edad, la condición o el sexo. Tampoco va parejo a la bondad, al cumplimiento o a lo que entendemos por un comportamiento adecuado. Se trata de ser capaz de dejarlo, sencillamente, todo. Eso entraña renuncias, posibles rechazos y a menudo, cambios en la propia identidad. La Sabiduría, es decir Jesús, nos invita a ir más allá, siempre a recorrer caminos que no estaban previstos. Pero para ello hemos de haber gustado previamente en qué consiste su propuesta.

Solo esa pasión puede invertir los valores sobre los que sostenemos nuestra vida. Solo ese deseo puede llevarnos, en nuestra vida individual, política y eclesial a poner bienes, posesiones, doctrinas o identidades en segundos lugares, porque el primero ya ha sido ocupado. Es entonces cuando nuestro seguimiento varía y se orienta siguiendo su propio deseo.

A quién rendir cuentas

Nuestra historia vital y eclesial puede ser leída de múltiples modos. Disponemos de una inmensa Tradición trazada gracias a diversos caminos recorridos por hombres y mujeres apasionados. Ejemplo de esa pasión fueron mujeres como Catalina de Siena. Su deseo de Sabiduría transformó el curso de la historia eclesial, como también lo hicieron muchas otras antes y después. De un modo especial hoy recordamos a aquellas 21 mujeres que fueron invitadas al concilio Vaticano II.

A pesar de las reticencias de la mayoría de los asistentes, de ser invitadas solo como auditoras al final del Concilio o de representar apenas un 1% de los participantes no pasaron desapercibidas. Dieron buena muestra de los deseos de la “otra mitad” de la humanidad que no estaba presente en los textos conciliares. Su presencia recordó que era necesario no solo cambiar el lenguaje, sino la mentalidad y las actitudes de los padres conciliares. Ellas buscaron, como pidió Juan XXIII, nuevos modos de expresar el “depositum fidei” para que este depósito de la fe pudiera destilar vida y no solo conocimientos acumulados en el tiempo.

Por ello, el Concilio, a través del discurso de inauguración nos recordaba que la Iglesia estaba llamada a ser “luz resplandeciente” para toda la humanidad. Saborear la Sabiduría es enamorarnos de ella. Nuestra responsabilidad es tan solo incendiar el mundo. Y a pesar de que estemos solo al comienzo de “la aurora”, el amor apasionado nos llama a decir como María de Nazaret: ¡hágase!

La clave para que estos itinerarios sean posibles es que nos acerquen a aquellas personas o situaciones desplazadas, silenciadas, violadas, o bien que nuestra presencia sea luz en medio de las oscuridades e incluso que en las injusticias mostremos un destello del deseo que mueve nuestras vidas.


ESTUDIO BÍBLICO.

La sabiduría del seguimiento de Jesús

Iª Lectura: Sabiduría (7,7-11): La sabiduría nos hace "divinos"

I.1. Esta lectura nos ofrece uno de los pensamientos más bellos sobre la sabiduría. Forma parte de una reflexión más amplia sobre la igualdad de los hombres en su naturaleza, y cómo esta nos perfecciona humanamente. Se supone que el autor es como un rey (algunos han pensado que era Salomón, pero no es así). Y este rey se considera igual a todos los hombres, porque los reyes y cualquier ser humano nacen lo mismo que todos y mueren lo mismo que todos, como le sucede a los animales. Pero lo que hace a los seres humanos distintos en la vida y en la muerte es la sabiduría, por la que compartimos la vida misma de Dios.

I.2. Este don no solamente enseña a gobernar a los reyes, sino a ser divinos a los hombres, porque es la riqueza más alta. Con ello se aprende a discernir lo que vale y lo que no vale en la existencia. Las personas sin «adentros» prefieren el oro, la plata y las piedras preciosas; el dinero y el poder. Pero quien elija la sabiduría habrá aprendido un sentido distinto de la vida y de la muerte; del dolor y del hambre; del sufrimiento y la desesperación. Con ella vienen riquezas, valoraciones y sentimientos que no se pueden comprar con todo el oro del mundo. Porque la verdadera sabiduría enseña a tener y vivir con dignidad.

IIª Lectura: Hebreos (4,12-13): La fuerza de la palabra de Dios

La lectura de Hebreos nos ofrece una reflexión sobre la Palabra de Dios que se entiende como el anuncio de las promesas del AT y, en nuestro caso, la predicación cristiana. El autor está exhortando a la comunidad a peregrinar, sabiendo que nos acompaña Cristo, el Sumo Sacerdote. Por lo mismo, es con la Palabra del Señor con la que podemos caminar por la vida. Esa Palabra es como una espada de dos filos que llega hasta lo más profundo del corazón humano; descubre nuestros sentimientos, nuestras debilidades, y por impulso de la misma podemos confiarnos a nuestro Dios. Pues esa palabra no es ideología, ni algo vacío. En este caso, debemos decir que nuestro texto tiene mucho que ver con el pasaje de la Sabiduría (Sab 7,22-8,1). La Palabra de Dios, pues, es para el cristiano la fuente de la sabiduría.

Evangelio: Marcos (10,17-30): El seguimiento, sabiduría frente a las riquezas

III.1. El evangelio nos ofrece una escena muy conocida: el joven rico y su pretensión de obtener la salvación (“heredar la vida eterna”). Es verdad que este texto es un conjunto no demasiado homogéneo. Los grandes maestros han pensado, no sin razón, que son varios textos en torno a palabras de Jesús sobre el peligro de las riquezas y sobre la vida eterna, las que se han conjuntado en esta pequeña historia. Es muy razonable distinguir tres partes: a) la escena del joven rico (vv.17-22); b) la dificultad para entrar en el Reino de Dios (vv. 23-27); c) las renuncias de los verdaderos discípulos (vv.28-30). Todo rematado sobre el dicho “los últimos serán los primeros y los primeros los últimos” (v. 31). Las dos primeras tienen una conexión más fuerte que la tercera. Es verdad que todo el conjunto gira en torno a las claves del verdadero seguimiento. No se trata de una enseñanza sobre el voto de pobreza de los monjes, sino de algo que afecta a la salvación para todos.

III.2. Entre las muchas lecturas que se pueden hacer, señalemos que no podemos olvidar como decisivo para entender este pasaje la llamada al "seguimiento" y tener un tesoro en el cielo. Se ha comentado en alguna parte que este joven está buscando la sabiduría. Jesús le propone otro camino distinto, un camino de radicalidad, que implica sin duda renunciar a sus riquezas, que están sustentadas, incluso, en la praxis y en la forma de entender los mandamientos que siempre ha cumplido. Es una llamada a hacerlo todo de otra manera, con sabiduría. No es una llamada a una vida de pobreza absoluta entendida materialmente, sino de pobreza que no se apoye en la seguridad del cumplimiento formal de la ley. De hecho, la escena nos muestra que si el joven cumplía los mandamientos y además era rico, no debería haberse preocupado de nada más. Pero no las tiene todas consigo. Por ello pregunta a Jesús… y encontrará un camino nuevo.

III.3. Las riquezas, poseerlas, amarlas, buscarlas es un modo de vida que define una actitud contraria a la praxis del Reino de Dios y a la vida eterna: es poder, seguridad, placer... todo eso no es la felicidad. La alternativa, en este caso, es seguir a Jesús en vez de los preceptos de la ley, que le han permitido ser un hombre rico. En la mentalidad judía, ser un hombre de riquezas y ser justo iban muy unidos. Es eso, por lo mismo, lo que desbarata Jesús para este joven con su planteamiento del seguimiento como radicalidad. Pensar que el seguimiento de Jesús es una opción de miseria sería una forma equivocada de entender lo que nos propone este historia evangélica. Este joven es rico en bienes materiales, pero también morales, porque cumple los mandamientos. ¿Es eso inmoral? ¡No! Pero esa riqueza moral no le permite ver que sus riquezas le están robando la verdadera sabiduría y el corazón. No tiene la sabiduría que busca, porque debe estar todavía muy pendiente de “sus riquezas”. Siguiendo a Jesús aprenderá otra manera de ver la vida, de vez las riquezas y de ver la misma religión.

III.4. Por eso tiene sentido lo que después le preguntarán los discípulos cuando Jesús hable de que es muy difícil que los ricos entre en el Reino de los Cielos; porque no son capaces de descodificarse de su seguridad personal, de su justicia, de su concepción de Dios y de los hombres. No es solamente por sus riquezas materiales (que siguen siendo un peligro para el seguimiento), sino por todo su mundo de poder y de seguridad. Y reciben la aclaración, por otra parte definitiva, de que "lo que es imposible para el hombre, en cambio es posible para Dios" (v. 27). Por consiguiente, la respuesta de Jesús al joven rico es una llamada a este hombre concreto a que le siga de una manera especial; pero, a su vez, un criterio para todos desde la radicalidad y la sabiduría del seguimiento. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).




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