domingo, 25 de octubre de 2015

DOMINGO 30º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Jesús dijo al ciego, anda tu fe te ha curado”

La liturgia del día de hoy se centra en el milagro que Jesús realiza en un ciego camino de Jerusalén. El relato evangélico no se limita a comentar la acción sanadora de Jesús sino que va más allá mostrándole el “camino” de su seguimiento. Es el encuentro de un pobre hombre marginado que se identifica con Jesús Nazareno y se compromete con su proyecto liberador.

Las otras dos lecturas de este día también nos hablan de otros encuentros con Dios, en distintos tiempos o épocas. En la primera, Jeremías anima a su pueblo después del cautiverio de Babilonia y le invita a la alegría, el argumento que emplea es sencillo, que Dios es padre, os guiará y llevará a Jerusalén por un camino llano en el que no tropezareis. Merece la pena detenerse en el Salmo Interleccional de este día, es el Cántico de los peregrinos que, liberados de tantos sufrimientos, caminan gozosos hacia Jerusalén entre risas y cantares porque el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

También la lectura de la carta a los Hebreos nos hace pensar en otro encuentro más íntimo y personal, a veces olvidado, es un encuentro con el Padre a través del Sacramento de la Penitencia. En él obtenemos el perdón de los pecados por el ministerio sacerdotal de unos hombres que por ser humanos “están rodeados de debilidad, para que puedan comprender a los ignorantes y extraviados”. Así define el autor de esta Epístola lo que entiende por pecado.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

Con amor de Padre, Dios está haciendo algo nuevo. Aquí se anuncia la vida renovada. Los primeros beneficiados son aquellos que más la esperan: los exiliados, los ciegos, los paralíticos, las embarazadas, las madres jóvenes... En estas personas, el don de Dios se hace patente, y con ellas, él recrea a su pueblo.

Lectura del libro de Jeremías 31, 7-9

Así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: “¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!”. Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡Es una gran asamblea la que vuelve aquí! Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde ellos no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel y Efraím es mi primogénito.
Palabra de Dios.

Salmo 125, 1-6

R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. R.
Hasta los mismos paganos decían: “¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!”. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! R.

¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones. R.

El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas. R.

II LECTURA

En el antiguo Israel, los sacerdotes pertenecían a la descendencia de Aarón, se casaban y transmitían este cargo por herencia. Por eso, el texto de hoy dice: “Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón”. Con Jesucristo comienza un nuevo sacerdocio, que no depende de la herencia, sino de la gracia de Dios. Este cargo lo recibimos todos el día de nuestro bautismo, para interceder unos por otros.

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 1-6

Hermanos: Todo Sumo Sacerdote del culto antiguo es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana. Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por sus propios pecados. Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón. Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de Aquel que le dijo: “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”. Como también dice en otro lugar: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”.
Palabra de Dios.
ALELUYA        cf 2Tim 1, 10

Aleluya. Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte e hizo brillar la vida, mediante la Buena Noticia. Aleluya.

EVANGELIO

¡Cuántos son los que gritan al borde del camino! Son lo que han sido excluidos, y están esperando una transformación que los ponga de pie. ¿Qué haremos nosotros? ¿Hacerlos callar, para que sus reclamos no nos molesten? ¿O hacernos cercanos a ellos y decirles: “¡Ánimo, levántate!”? Quienes caminamos con Jesús, no podemos desentendernos de los que están al borde del camino. Jesús está pasando, y quiere todo un pueblo caminando con él.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 46-52

Cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!”. Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten piedad de mí!”. Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo”. Entonces llamaron al ciego y le dijeron: “¡Ánimo, levántate! Él te llama”. Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Él le respondió: “Maestro, que yo pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha salvado”. En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

El ciego Bartimeo gritaba, Hijo de David, ten compasión de mí.

Nos encontramos ante uno de los pasajes evangélicos más conocidos, se trata de la sanación de un ciego de nacimiento que en el encuentro con Jesús recobra la vista. La narración de este episodio es fundamental para entender el proceso de la fe. El relato presenta unas secuencias o pasos previos, muy sugerentes, hasta llegar a una fe viva que culmina en el compromiso cristiano. Pasamos a comentarlo con más detalle.

El evangelio de Marcos, nos presenta a Jesús rodeado de sus seguidores camino de Jerusalén donde va a consumar su misión en la cruz. Es importante hacer notar que para los evangelistas este peregrinaje hacia Jerusalén es un tiempo y una ocasión que Jesús aprovecha para mostrar a sus seguidores, las características de su proyecto mesiánico, los valores del Reino de Dios, e intentar cambiar su mentalidad, llamándolos a la conversión. Sus paisanos y amigos eran gente sencilla y a la vez sincera, que le seguían, pero su religiosidad estaba centrada en la normativa rígida de la ley, comentada por escribas y fariseos. Su concepto de Dios se fundamentaba más en el temor que en el amor. En este relato, nos encontramos ya en el último tramo del camino, van dejando atrás la pequeña aldea de Jericó, ya se divisa Jerusalén, donde Jesús consumará su acción liberadora muriendo en la cruz. El clima y sus palabras, en este contexto, son por ello muy significativas. Es en este escenario donde se produce el milagro en la persona del ciego Bartimeo. Todos los detalles de este relato son muy interesantes para conocer el proceso interior que se obra en este pobre ciego.

Está sentado al borde del camino pidiendo limosna, en aquella sociedad era un marginado, habría pecado él o sus padres, la cultura judía así lo veía. Era un espectador, pero había oído hablar de Jesús, un profeta que hacía milagros. Todos estos detalles tienen la intencionalidad de hacernos ver que no era un creyente ni un seguidor de Jesús, era más bien un excluido que no contaba nada en una sociedad tan religiosa y convencional.

Este hombre ciego percibe la llegada de un personaje del que había oído hablar. Aquí comienza un proceso que despierta un interés y una esperanza que no renuncia a la búsqueda de un remedio que cambie su vida. A la vez, en lo más profundo de su interioridad, se despierta su religiosidad. Hay que pensar que como israelita habría sido educado en un clima religioso que, aunque escéptico por su situación, estaba ahí. Todo ello, le conmueve y le lleva a gritar repetidamente: “Jesús Hijo de David, ten compasión de mi”.

Esta exclamación es importante pues es un modo de reconocer que aquel profeta, que pasa a su lado, no es un curandero vulgar, ni siquiera un profeta más, por eso le llama “Hijo de David”. Estamos ya ante un movimiento interior que le lleva hacia una expresión de auténtica fe en Jesús, el enviado de Dios, pues todo buen judío sabía que el Mesías, sería de la estirpe de David.

Jesús se detuvo y dijo: Llámenlo.

La gente cercana al ciego se lo comunica diciéndole: ánimo levántate que te llama… Es importante señalar el papel de la gente, el ánimo de la comunidad que acompaña diciéndonos que podemos levantarnos. Todo este proceso le hace tomar conciencia de su propio valor, no se siente ya solo, al margen de la vida, se pone en movimiento. All decir que soltó el manto, deja el pasado, da un salto y se acerca a Jesús que le dice: “Que quieres que haga por ti”, el ciego le contestó. “Maestro, que pueda ver”. Jesús le cura y añade algo sustancial: Anda, tu fe te ha curado, es la respuesta de Jesús. Viene a decirle, no soy yo, ni mi Padre, eres tú, es tú fe, porque confías en Alguien, que está en ti y puede sanarte.

El dinamismo de la Fe Cristiana

En el proceso de la fe Dios toma siempre la iniciativa. Así actuaba Jesús en su vida pública, pues llamaba a hombres y mujeres a la conversión. Los evangelistas nos dicen que Jesús predicaba, que explicaba su proyecto, lo que él llamaba el Reino de Dios o de los cielos, que son la misma cosa, era una llamada a la conversión,pero no era una llamada a ciegas y el seguimiento tampoco era fruto de un entusiasmo emocional. Algunos le seguían, otros no, tendrían ataduras, verían inconvenientes que frenaban sus deseos iniciales y se quedaban como espectadores, al margen del camino. En ambos casos Jesús respetaba y respeta los procesos íntimos del ser humano, la libertad interior, no se impone. El seguimiento de sus primeros discípulos era fruto de una identificación con el proyecto del Reino, que al hacerlo suyo, acababa en una respuesta incondicional.

 Y lo seguía por el camino…

Al llegar a este punto, lo que puede parecer que es solo un relato de sanación, hemos de verlo con la intencionalidad del evangelista, que a través de este milagro nos ofrece un mensaje más amplio que viene a ser una autentica catequesis sobre la acción liberadora de Jesús. Por eso no se limita a presentarnos a Jesús como el hombre que hace milagros, no es un curandero, que restaura la salud perdida. Jesús va más allá, busca la sanación integral de la persona que está en la salud física y es su bienestar total que abarca también lo psíquico, lo espiritual, y la misma integración social. Es la liberación autentica del ser humano que se siente plenamente realizado al descubrir una nueva vida llena de sentido.

Por eso al final de este episodio deja caer, como de pasada, que el ciego al recobrar la visión seguía a Jesús por el camino. Es decir, al descubrir a Jesús lo sigue sin condiciones, ha dejado todo al borde del camino, va ligero de equipaje, tiene una visión nueva de las cosas, se incorpora al proyecto de Jesús que terminará en la subida a Jerusalén y en la cruz. Podemos decir que la luz, que recobraron sus ojos le hicieron ver la Luz.



ESTUDIO BÍBLICO

¡Maestro, que pueda ver! El milagro de la fe

Iª Lectura: Jeremías (31,7-9): En las manos de Dios, que es Padre

I.1. Esta lectura, de profeta Jeremías, nos ofrece un mensaje de salvación que es digno de resaltar, ya que a este profeta le tocó vivir la tragedia más grande de su pueblo: el destierro de Babilonia. El destierro y su vuelta es semejante al éxodo. El destierro ha marcado a Israel casi como el éxodo. En realidad estos veros que hoy leemos no los podríamos clasificar de fáciles. Se habla ¿a Israel o a Judá? ¿son de Jeremías o de sus discípulos? La vuelta se describe no solamente como posesión de de la tierra, sino también como nueve hermanamiento de los del norte y los del sur, de Israel y Judá. Es un retorno idílico, utópico que solamente está en las manos de Dios. Para un profeta verdadero toda la historia está en las manos de Dios y el pueblo debe estar abierto a las mejores sorpresas.

I.2. Jeremías fue un profeta crítico, radical, pero en este caso saca de su corazón la mejor inspiración para poner de manifiesto que de un «resto», de lo que es insignificante, puede resurgir la esperanza, e incluso el antiguo pueblo del norte, Israel, volverá a unirse al del sur, Judá, para juntos emprender un marcha hacia la fuente de agua viva, que es Dios. Desde los cuatro puntos cardinales afluirán hacia una gran asamblea (que no se dice dónde), en la que caben ciegos, cojos, mujeres encinta; es decir, todos están llamados a la esperanza. ¿Por qué? La razón de este oráculo la encontramos al final: porque Dios es un Padre. Esta será también la teología de Jesús. Dios está cerca de los suyos como un padre, algo a lo que no se había atrevido la teología oficial judía. Y la verdad es que mientras no experimentemos a Dios como un padre y como una madre, no entenderemos que creer en Dios tiene sentido eterno.

IIª Lectura: Hebreos (5,1-6): Solidaridad sacerdotal de Jesús

II.1. La carta a los Hebreos sigue ofreciéndonos la teología de Jesucristo como sumo sacerdote, que es uno de los temas claves de esta carta. Como sacerdote debe ser sacado de entre los hombres. No comienza siendo sacerdote “desde el cielo”, sino desde la tierra, desde lo humano. Y además, este sacerdote “humano”, para introducirnos en lo “divino”, no ofrece cosas extrañas o externas a él, sino su propia vida como “expiación” porque se siente compasivo con sus hermanos y los pecados del pueblo. Es un lenguaje sacrificial, imprescindible para aquella mentalidad, pero que va más allá de lo puramente sacrificial o ritual. En su vida sacerdotal, Jesús, no necesito más que su propia vida para ofrecerla a Dios. Esta es la verdadera solidaridad con sus hermanos los hombres.

II.2. En la lectura de hoy, pues, se resalta especialmente que este sacerdote está «entre los hombres», no está alejado de nosotros. Y aquí es donde Jesús es único, porque sabemos que entre los hombres se viven las miserias de pecado. Y está ahí, justamente, para intervenir en favor nuestro, nunca estará contra nosotros. Está ahí para disculparnos, para explicar nuestras debilidades, para defendernos contra toda arrogancia. Estando entre nosotros, percibe mejor que nadie que muchas veces nos equivocamos por ignorancia o por debilidad. Esta tarea de Cristo como Sumo Sacerdote viene a poner de manifiesto que no era así en las instituciones del pueblo judío y que los sacerdotes hicieron todo más difícil para el pueblo alejándose de él. Sabemos que los sacrificios son signos y símbolos de lo que se busca y de lo que se tiene en el corazón, y es ello lo que Jesús (que recibe esta misión de Dios) realiza ante Dios por nosotros.

III. Evangelio: Marcos (10,46-52): El seguimiento y la fe de un ciego

III.1. En el evangelio de hoy, Marcos nos relata la última escena de Jesús en su camino hacia Jerusalén. Se sitúa en Jericó, la ciudad desde la que se subía a la ciudad santa en el peregrinar de los que venían desde Galilea. Jesús se encuentra al borde del camino a un ciego. Por razones que se explican, incluso ecológicamente, los ciegos abundaban en aquella zona. Está al borde del camino, marginado de la sociedad, como correspondía a todos los que padecían alguna tara física. Pero su ceguera representa, a la vez, una ceguera más profunda que afectaba a muchos de los que estaban e iban tras Jesús porque realizaba cosas extraordinarias. El camino de Jesús hasta Jerusalén es muy importante en todos los evangelios (más en Lucas). En ese camino encontrará mucho gente. Los ciegos no tienen camino, sino que están fuera de él. Jesús, pues, le ofrecerá esa alternativa: un camino, una salida, un cambio de situación social y espiritual.

III.2. El gesto del ciego que abandona su manto y su bastón, donde se apoyaba hasta entonces su vida, contrasta con la fuerza que le impulsa a “ir a Jesús” que le llama. ¿Por qué le “llamó” Jesús y no se acerca él hasta el ciego? La misma gente vuelve a repetirle: él te llama. Las palabras y los gestos simbólicos de la narración hay que valorarlos en su justa medida. Diríamos que hoy en el texto son más importantes de lo que parece a primera vista. Jesús “le llama”. La llamada de Jesús, al que el ciego interpela como “hijo de David” tiene mucho trasfondo. Jesús ha llamado a seguirle a varias personas; ahora “llama” a un ciego para que se acerque. No le llama aparentemente para seguirle, sino para curarle, pero la curación verdadera será el “seguirle” camino de Jerusalén, en una actitud distinta de los mismos discípulos que habían discutido por el camino “quién es el mayor”. El ciego no estará preocupado por ello. De ahí que la escena del ciego Bartimeo en este momento, antes de subir a Jerusalén, donde se juega su vida, es muy significativa.

III.3. La insistencia del ciego en llamar a Jesús muestra que lo necesita de verdad y lo quiere seguir desde una profundidad que no es normal entre la multitud. Jesús le pide que se acerque, le toca, lo trata con benevolencia; entonces su ceguera se enciende a un mundo de fe y de esperanza. Después no se queda al margen, ni se marcha a Jericó, ni se encierra en su alegría de haber recuperado la vista, sino que se decide a seguir a Jesús; esto es lo decisivo del relato. En el evangelio de Marcos el camino que le lleva a Jerusalén le conducirá necesariamente hasta la muerte. La vista recuperada le hace ver un Dios nuevo, capaz de iluminar su corazón y seguir a Jesús hasta donde sea necesario. Vemos, pues, que un relato de milagro no queda solamente en eso, sino que se convierte en una narración que nos introduce en el momento más importante de la vida de Jesús: su pasión y muerte en Jerusalén. (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).


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